Este artículo fue premiado como el Mejor Capítulo del año 2023 en los Black Freezer Awards. |

—Que vayan a pelear aquí es buena idea. No creo que puedan destruirlo ya que es tan grande— se dijo Nappa, colocándose como espectador.
Vegeta se puso en guardia, Turles hizo lo mismo.


El príncipe fue el primero en atacar. Voló hacia Turles y le clavó una patada sobre la guardia de brazos, eso logró que su enemigo desplazara hacia atrás. Volvió a atacarlo, ahora con una onda de ki que Turles pudo esquivar elevándose.
—Qué lento— Vegeta se había aparecido en la espalda de Turles luego de que este esquivase. Cuando su oponente volteó por instinto, el príncipe le dio un golpe en el abdomen. Otro en el rostro y un martillo con ambas manos para tirarlo al suelo. Decidió rematarlo con un par de esferas de ki, las cuales explotaron en breve. Nappa se vio obligado a cubrirse el rostro por la ventisca que se formó.
Vegeta aterrizó cerca del saiyajin, que luchaba por levantarse. Se acercó a un paso lento. Si fuera por él, lo mataría en ese momento, pero desgraciadamente tenía que contenerse, eso solo lo ponía de peor humor.
—¿Ya lo entendiste? No puedes ganarme— el príncipe cruzó los brazos.
—S-sí, lo entendí... No volveré a hacerlo— dijo Turles, sin mirarlo al rostro—. Voy a obedecer lo que digas a partir de ahora.
Satisfecho, Vegeta dio la vuelta y anduvo en sentido contrario. Turles sonrió y sacó algo de su bolsillo, era una fruta de aspecto grumoso; le dio un mordisco y la guardó de nuevo. Al instante, sintió que la sangre en su cuerpo corría demasiado rápido y sus pupilas se dilataron.
—¡Vegeta, ten cuidado!— Le advirtió Nappa, notando algo extraño en el comportamiento del otro saiyajin.
—¿Qué...?— Vegeta pudo ver a un Turles renovado, que se levantó como si nada y explotó en un aura de ki que hizo temblar toda la zona—. ¿Qué es esto?— El príncipe empezaba a sentir que su enemigo era más peligroso de lo que había pensado.
—¿Qué pasa, príncipe? ¿Estás asustado?— Turles se burló de él—. ¡Deberías estarlo!

Turles voló hacia Vegeta a toda velocidad, llevándoselo agarrado de las hombreras. Su oponente forcejeó, pero él solo se rió ante su intento de zafarse, su fuerza era superior ahora. Lo llevó por encima de uno de los volcanes activos del planeta.
—¿Qué te parece si te dejo caer aquí?— Rió el niño. Ahora tenía agarrado a Vegeta con los brazos tras la espalda, imposibilitando que se liberara.
—Agh...— Vegeta gruñía mientras forcejeaba. Su enfado iba en aumento, no le gustaba ser superado, menos por alguien insignificante—. ¡Tú no vas a hacer nada!— Liberó su poder, causando una onda expansiva que obligó a Turles a soltarlo—. ¡No puedes ganarme!— Después de decir eso, le colocó a su rival una patada sobre las costillas, haciendo que escupiera sangre.


—¿Vegeta era capaz de pelear así en las simulaciones?— Nappa estaba impresionado—. No lo creo... Debe ser porque está teniendo una pelea de verdad.

Turles se limpió la sangre del labio—. "El efecto acabará pronto. Tengo que apresurarme y derrotarlo"— pensó.
—¿En qué tanto piensas? ¡Idiota!— Vegeta volvió a ir contra él.
Turles pudo reaccionar a tiempo y esquivar su golpe esta vez. Tomó ventaja de la apertura del príncipe y le dio un rodillazo al mentón. Como vio que este seguía sin reaccionar, continúo con golpes al rostro, pero Vegeta sujetó su puño.
—Ya no eres tan rápido...— murmuró.
Esta vez, Vegeta se aseguró de romperle el brazo con un rápido movimiento. Turles gritó, tomándolo con el brazo que aún podía mover. Pero Vegeta insistió, le agarró a su rival el cráneo con ambas manos y tiró hacia abajo, haciendo que recibiera una patada de lleno. Con la cara ensangrentada y sin equilibrio, Turles cayó al suelo en picada, donde fue salvado por Nappa antes de chocar.
—Ya estuvo bien, Vegeta— le dijo cuando el príncipe se acercó—. No servirá si lo matas.
—¿Qué espera mi padre que haga con esto?— Señaló al saiyajin como si se tratara de una cosa desagradable.
—Parece que vendrá con nosotros a partir de ahora— Nappa sonrió. No podía negar el hecho de que la situación le resultaba un poco interesante—. Esa fue la condición que el Rey puso para dejarte salir del planeta.
—Tsk...— Vegeta tensó los hombros. Se notaba que no estaba para nada conforme con esa resolución—. Bien. Pero lo mataré si me molesta demasiado.
—"Vaya. Aceptó más rápido de lo que pensaba"— el mayor se hizo una idea de eso—. Seguro alguien como él nos viene bien como compañero de entrenamiento, ¿no lo crees?
—Como mi saco de boxeo, querrás decir— lo corrigió seriamente.
—Jeje. Por supuesto...— Nappa sabía que por dentro, el príncipe seguía frustrado porque lo habían puesto en aprietos.
—Oye, Nappa. Hace un momento, este idiota aumentó su poder de la nada.
—Hmm, yo también noté algo raro en eso— Nappa se rascó la barbilla—. Parecía que llevaba algo consigo.
Turles se había estado haciendo el dormido mientras escuchaba. Abrió un poco uno de los ojos y saltó lejos de los dos, corriendo lo más rápido posible hacia las cápsulas de viaje. Buscó algo dentro de su armadura, pero antes de poder concretar ninguna acción, alguien lo jaló de la cola y lo tumbó en el piso.
—¿Ibas a algún lado?— Nappa notó que algo se había caído de la mano de Turles—. Así que esto era lo que guardabas...— recogió la fruta, tenía una marca de mordida.
—¿Eso qué es?— Preguntó Vegeta.
—Es una fruta de poder, incrementan la fuerza de quien la come por un rato. Es por esto que pudo aumentar tanto sus habilidades de un momento a otro— Nappa la examinó—. Pero son realmente nocivas para el cuerpo, por eso la OIC no permite que se vendan— miró a Turles—. Niño, ¿cómo conseguiste esto?

—No te lo diré.
—Olvídalo, Nappa. No me interesa— Vegeta agitó la mano—. Sabía que este insecto no podía pelear contra mi sin usar alguna trampa, pero yo no quiero nada de eso.
—Qué egocéntrico. A pesar de que casi te gano— Turles sonrió desde el piso—. Es cierto. Sin ese título, sólo eres un saiyajin más del montón, no tienes nada de especial.
—Hm, parece que solo te gusta buscar pelea— murmuró Nappa.
Vegeta apretó los dientes, irritado—. Yo soy el príncipe más poderoso, y muy pronto me convertiré en el Rey— agitó los puños—. Seré quien derrote a Cold, y todo con mis propias manos.
—Vegeta, ya te dije que no hables de más...
—¿A Cold?— Turles abrió bien los ojos, y luego sonrió—. Qué ambicioso. Está bien, me voy a unir a tu equipo, yo también quiero derrotar al emperador.
—No necesito tu ayuda. Puedes ser mi lacayo si quieres.
—No, yo no obedezco a príncipes ni a reyes— Turles se levantó—. Por eso quiero irme del Planeta Vegeta, quiero vivir como un pirata.
—¿Quieres ser un desertor?— Nappa levantó una ceja.
—Sí, pero escapar es muy complicado. Ya lo intenté— continuó el saiyajin—. Sería más fácil sin los guardias de Cold vigilando todo.
—Hm— Nappa reflexionó un poco—. Mira, tengo un trato para ti. Si nos ayudas y te quedas callado, te dejaremos salir del planeta cuando Vegeta sea el nuevo Rey.
—Bueno... Está bien— aceptó—. Pero no pueden acusarme con el Rey por nada que haga.
—Jaja, sabes lo que te conviene. Eres bastante listo— Nappa le pasó el puño por el cabello al niño—. Hey Vegeta, ¿qué te parece si vamos los tres por algo de comer? Para celebrar.
—No me interesa— el príncipe desvió la mirada—. No vine aquí a hacer amigos. Solo mantén vigilado a ése.
—Um, está bien. Nosotros dos entonces.
—Me caes bien aunque seas un lacayo del Rey— comentó Turles, siguiéndolo—. Quiero reclutarte para mi tripulación personal.
—Ah, no sé de qué hablas. Pero seguro, acepto— sin darle más importancia.
Bardock y Raditz habían regresado a su planeta luego de que se les hubieran acabado las provisiones. Lo primero que hicieron fue dirigirse a su casa.
—Hola, ¿cómo es...?— Bardock abrió la puerta, y enmudeció cuando lo primero que vio fue a dos saiyajin que ya conocía bien, sentados en su mesa y comiendo a gusto. Iba a saltarle una vena de la rabia—. Miserables, ¿por qué están aquí?

—Hey, Bardock— lo saludó Panbukin—. Sólo nos invitaron y creímos que era buena idea descansar un poco.
—Es necesario tomar un descanso después de haber entrenado tanto— Seripa se dirigía a Kakarotto, ignorando por completo la presencia del padre.
—Quiero que se larguen ahora o los echo a patadas— amenazó el saiyajin de cabello puntiagudo.
—Oye, yo los invité aquí— le dijo Gine, seriamente—. Así que si quieres quedarte aquí, más vale que te comportes y no hagas un escándalo por nada.
Bardock refunfuñó antes de sentarse alrededor de la mesa, con los brazos cruzados. Se dio cuenta que Gine lo seguía observando y volteó la cabeza hacia ella.
—¿Ahora qué?
La saiyajin lo sorprendió rodeándole el cuello con los brazos en un abrazo—. Me alegra que estés de vuelta.
Bardock no pudo evitar sonrojarse cuando se dio cuenta de la mirada de diversión que le estaban echando sus compañeros, incluso su hijo menor miraba la escena sin entender mucho—. S-sí...

—Demonios, me gustaría tener una esposa también— suspiró Panbukin.
—Deberías conseguir una mascota y conformarte con eso— respondió Seripa.
—De todos modos, ¿qué hacen por aquí?— Interrogó Bardock. De fondo podía ver a su hijo mayor sentándose junto a ellos y a su esposa repetir el mismo gesto que había hecho con él hace un momento.
Seripa se dibujó una sonrisa—. Estuvimos entrenando un poco a Kakarotto, ya que él mismo lo pidió.
—¿Cómo?— Bardock quedó atónito, era el motivo que menos hubiera esperado escuchar—. Kakarotto... ¿eso es verdad?
El niño asintió, flexionando ambos brazos—. Estoy aprendiendo a pelear. Es divertido.
—Resulta que el chico avanza muy rápido. No me digas que no habías pensado en la posibilidad de que tu hijo tuviera talento solo porque es de clase baja— insistió Seripa, manteniendo un tono que rozaba lo pasivo-agresivo.
—Yo no, no es eso...— murmuró. Él sabía mejor que nadie cómo funcionaban las cosas en el campo de batalla—. Aún así, podría morir.
—Bardock, sabes muy bien que como saiyajin, pelear está en nuestra sangre— le señaló Panbukin—. No puedes pedirle a un saiyajin que no pelee, por más arriesgado que sea. Incluso tú lo haces.
Esa declaración le pegó a Bardock como si un rayo hubiera traspasado su cuerpo. Se levantó del asiento, con ambas manos sobre la mesa—. Necesito salir un momento.
Bardock se retiró de la casa, y Gine decidió seguirlo. Seripa y Panbukin se quedaron viendo un momento, pensando que habían hecho lo correcto al ser tan directos. Y mientras tanto, Kakarotto había terminado otro plato de comida.
—Bardock, sé que eso fue repentino, pero yo también creo que es lo mejor para Kakarotto que aprenda a defenderse por su cuenta— declaró Gine, con seguridad.
—Tsk. He estado siendo realmente irrazonable...— se lamentó Bardock, apretando los puños—. Debí haberlo notado yo mismo, pero en su lugar hice todo mal.
—Vamos. No hace falta que seas tan duro contigo todo el tiempo— la saiyajin le sonrió—. Tú solo querías mantener a salvo a Kakarotto.
—Yo...— Bardock se tragó su propia frustración—. Kakarotto, él se parece tanto a mí, pero cuando lo miro, sólo puedo pensar que me recuerda a ti, Gine— la saiyajin se sorprendió por sus palabras—. Si tuviera que preservar algo, aún si muriera, quisiera que él se mantuviera con vida hasta el final.
—Bardock...— Gine estaba conmovida, eso se notaba en su expresión.

Se acercó al lado de su esposo y tomó su mano un momento.
—Nos vamos ahora— dijo Bardock, cargando una pesada bolsa con provisiones en la espalda y dándole una palmada a Raditz en la espalda.
—Tengan cuidado— pidió Gine—. Estarán un tiempo largo fuera esta vez, ¿cierto?
—Sí, necesito tomarme las cosas en serio— Bardock se agachó para saludar a su hijo menor. Le revolvió el cabello—. Más vale que te hagas fuerte también, ¿entendiste?
—Lo haré. Y después podré pelear contra Bardock— aseguró.
—¿"Bardock"? Um, hasta ahí nos llegó el respeto— murmuró, sin importarle demasiado—. Resiste, Kakarotto.
