Dragon Ball Fanon Wiki
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La Dupla Misteriosa es el trigésimo noveno capítulo del remake de Dragon Ball: Shouganai, publicado el 09/02/22. Pertenece a la trama general de la Temporada 2.

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EsferaDB-S
‒ Capítulo

—Toma, esto compensa el dinero que te debía— le entregó a la albina unos billetes; eran estos muy similares a los zenis de la Tierra, pero con el rostro del Gran Kaiosama impreso.

—Hey, no, no— negó con la cabeza—. Te lo ganaste, es tuyo.

—Pero yo no lo quiero— insistió—. Además, estos sólo sirven aquí, y espero no tener que regresar en mucho mucho tiempo.

—Seguro por aquí encuentras algo en qué gastarlo. Yo iré a buscar otro iluso que regale dinero en lo que revisas— advirtió.

—Bueno...

Así, Bra comenzó a recorrer las calles, buscando algo que le llamara la atención. Habían algunos puestos de ropa y armamento, también de objetos místicos. Se hubiera acercado a ver, pero le estaba costando pensar por el hambre; recordó que no había comido nada desde que despertó. Buscó un lugar de comida—se dió cuenta muy tarde que era extraño, ya que nadie ahí necesitaba comer—, y sorprendentemente encontró uno.

—Oiga señor, ¿qué venden aquí?

—Nube.

—¿Nube?— Confundida.

—Nube. Nube frita, nube con salsa, nube azucarada.

—Dame una, eh... ¿Nube común?

Siguió caminando mientras degustaba la bolita esponjosa envuelta en un rollo de papel. Se decepcionó al notar que no sabía a algodón de azúcar como esperaba, el sabor era muy rancio. Debió haber comprado la frita.

—Le guardaré un poco a Noah. Quizás le guste— envolvió lo que quedaba y lo llevó a su bolsillo—. Ya que estoy aquí, debería llevar algún recuerdo. Seguro a mí mamá le gustaría— arrugó la mirada—. Y... quizás eso evite que me castigue tanto.

Su vista se centró en cada uno de los puestos del bazar, pensando en qué clase de cosa podría darle a alguien con la capacidad de crear cualquier tecnología que quisiera; ante esa premisa, todo parecía inútil.

—¿Ropa, quizás? Hm... No, no hay nada de su gusto— revisó, todos eran vestuarios de batalla o togas muy holgados. Rebuscando un poco más, encontró un vestido—. Ohh, perfecto.

Pero eso no sería todo. Siguió recorriendo la ciudad, ahora fijándose también en las plataformas aéreas.

—Compre ahora su viaje a los mejores destinos turísticos del universo— canturreaba uno de los ogros que atendían su local—. Sólo cuatro mil zenis por boleto.

—¿Y qué lugares se pueden visitar?— Bra puso las manos en el mostrador, interesada.

—Se trata de un tour a diferentes planetas del universo, con la garantía de que puedes ir aunque hayas muerto. Su duración son tres semanas.

—Suena perfecto. Deme dos boletos, por favor— le entregó el dinero.

Regresó al suelo y guardó los boletos en el otro bolsillo. Entonces notó a Noah acercarse.

—Menos mal, pensé que te me habías perdido— le dijo—. Ya conseguí lo que quería. Toma— le lanzó una máscara.

Bra la tomó y miró su diseño. Esta era roja y con una cara enfadada pintada; frunció las cejas, sabiendo que había sido intencional—. ¿Qué hago con esto?

—Póntela. Ahí abajo debe haber todo tipo de personas desagradables, no quisieras que sepan tu identidad— rió, pero con un poco de nervios.

—De acuerdo, de acuerdo— esa advertencia le generó dudas, pero las dejó de lado al pensar que nada podía ser una amenaza tan grande—. ¿Hacia dónde?

—Tengo entendido que hay una entrada cerca de aquí. Sígueme— habló en tono relativamente bajo para no llamar la atención.

Se escabulleron entre las personas, llegando a una zona con más arboleda, habían algunas personas rondando por ahí, pero no demasiadas. Caminaron un rato hasta llegar a la entrada de una cueva.

—Te aviso que desde aquí todavía tendremos que caminar una o dos horas.

—Eso no es mucho— sin vacilar, entró al lugar. Pero se dió cuenta que la entrada se cerró a sus espaldas y todo se volvió oscuro—. ¿Qué fue eso?

—Ah, no tengo idea. No sabía que algo así pasaría— su compañera no se dió cuenta por la falta de luz, pero se había encogido de hombros—. Yyy... ¿Tienes una linterna?

—No exactamente pero...— alzó el dedo y creó una bolita de ki muy pequeña sobre este, pero que fue capaz de alumbrar lo suficiente para moverse con facilidad.

—Ah...— se quedó medio hipnotizada, admirando la pequeña chispa de energía—. Así que cuando hablas de ki, ¿también te refieres a hacer cosas como esta?— Se cruzó de brazos, sin dejar de mirar.

—Así es. El ki sirve para muchas cosas y no sólo para pelear. Puede ser muy útil si andas en un apuro como este— se vió algo emocionada de dar la explicación—. Y como es tu propia energía, no dependes de llevar ningún objeto extra.

—Hm... ¿Qué pasa si lo toco?— Preguntó, amagando con acercar su dedo a la energía.

—Pues no pasará nada, porque este ki no está hecho para atacar o defenderse, así que no explota al tacto de otra persona— para comprobar su teoría, la mano pálida traspasó la linterna sin problema—. ¿Ves? Pero ten cuidado, porque la mayoría sí explota.

—Lo tendré en cuenta.

Estuvieron dando vueltas al menos media hora, tratando de ubicar algún pasillo, puerta o manera de seguir bajando. Ahí no había prácticamente ni un alma a la vista, sólo alcanzaron a ver una persona encapuchada, y la siguieron con la esperanza de que supiera el camino.

La próxima hora estuvieron bajando por unos escalones de forma muy abstracta, cambiaba su patrón cada tantos metros que descendían.

Hasta que llegaron al fondo. Allí la saiyajin se llevó su segunda sorpresa del día, esta vez por un ambiente mucho más tétrico y definitivamente menos amistoso. Si con sólo darse cuenta de su presencia, muchos de los lugareños le dirigieron miradas a la defensiva. Por suerte se había colocado la máscara en la cueva, la shinjin también había cambiado la suya por una nueva—idéntica a la anterior—.

Caminar por allí le resultaba muy tenso, no sólo por el calor fulminante, sino que tenía esa sensación de que en cualquier momento podían atacarla y debía permanecer alerta. Le echó una mirada a Noah para ver si estaba en las mismas, pero en realidad lucía peor; podía notar que miraba a todos lados cada tanto, y se esforzaba en no ver a nadie a los ojos. Bra suspiró y dobló las cejas, entendiendo un poco mejor porqué la había arrastrado hasta ahí.

Le pasó una mano por el hombro para distraerla—. ¿A dónde tenemos que ir ahora?

—Hay un lugar, aunque no sé muy bien dónde está ubicado— confesó—. Debería ser una tienda de...— se arrepintió—. Mejor no te lo digo, espera a que lleguemos ahí.

—¿Qué? Eso es injusto— replicó—. Yo quería saber.

Mientras más tiempo estaba ahí, más se iba dando cuenta de lo extraño que era ese infierno. Aunque no podía evitar pensar en lo curioso que le parecía, pues recordaba que Piccolo le había contado un par de cosas sobre el inframundo.

—"Él me dijo que las almas del infierno no podían mantener sus cuerpos físicos"— frunció el ceño—. "Entonces, ¿Qué es realmente este lugar?"

Noah descifró esa expresión y se prestó a responder su pregunta—. Este sitio no es el infierno como tal, sino un lugar muy cercano— explicó—. Y aquí no hay restricciones de los Kaio, porque la magia no funciona.

—¿Qué? ¿Entonces esto es como una especie de limbo?

—No tanto de ese modo— negó—. Este lugar tiene las mismas propiedades del Makai, así que posiblemente esté ubicado ahí, en alguna zona sin explorar.

—Ahora que lo dices...— miró alrededor suyo una vez más, dándose cuenta del aire áspero que no dejaba ver más allá de los puestos—. Está todo cubierto de neblina. Pero... creí que no se podía pasar al otro plano así de fácil.

—Hay grietas por ahí.

—Bueno, será mejor que nos apresuremos. Comienzo a sentirme como pavo asado y mí olor en unos minutos no será nada agradable— advirtió.

—Descuida, ya llegamos— extendió la mano, mostrándole el destino.

Bra se quedó con una cara de decepción inmensa cuando leyó en el cartel que se trataba nada más que... de una tienda de especias.

—¿Es en serio?— Creyó que le tomaban el pelo.

—Claro, aquí venden los productos más picantes de todos. Es justo lo que necesitaba.

—¿Y me hiciste venir hasta aquí por eso?

—Oye, tienes que admitir que esta gente da un poco de miedo. No podía venir yo sola.

Bra resistió el impulso de colocar las manos alrededor de su cuello y presionar. En vez de eso, se mordió los nudillos mientras daba un par de vueltas en círculos. Cuando se calmó, pudo hablar con normalidad.

—De acuerdo. Será mejor que haya valido la pena— se cruzó de brazos, fingiendo aún algo de enfado, pero sonriendo.

—Por supuesto que sí. Ahora regresemos, por el mismo camino.

Noah se adelantó, pero la saiyajin se quedó observando algo. Cuando esta primera se dió cuenta, volteó a ver qué ocurría.

—Ah, ya te alcanzo. Espérame un minuto— le pidió.

Y eso hizo, tras unos minutos. El Ángel quiso indagar, pero supuso que por el ánimo apresurado por irse de su camarada, no estaría dispuesta a responderle.


Volvieron a la superficie, y desde entonces se concentraron en prepararse para el torneo.

—Hm, si no puedes usar el ki, habrá que pensar otra cosa— intentaba pensar. Se apoyó en las rocas que tenía tras su espalda.

—Pelearé con mi espada nada más, como siempre— no le parecía un problema—. Y como yo lucho a corta distancia, iré adelante. Así que deberías tratar de cubrirme la espalda ya que tú si puedes usar energía.

—Bueno... esa sería una buena estrategia— lo pensó—. Pero he estado pensando en algo: realmente tengo más energía de la que necesito en un combate, y tu falta de habilidad con el ki hace que no puedas suministrar tu propia energía.

—Hm, ¿a dónde vas con esto?— Realmente no parecía entenderlo.

—Si pudiera traspasarte aunque fuese una parte de mi ki, eso equilibraría mucho las cosas— aseguró.

—Eso suena bien— en realidad le interesaba la idea—. Entonces... ¿Sabes cómo hacerlo?

—Jaja... No. No tengo idea— se rascó la cabeza.

—Aw, qué desperdicio de una buena idea.

—Hagamos esto: vamos a ver los sorteos de los combates. Si tenemos suerte, habrá un poco más de tiempo para que nos organicemos. Sino, tendremos que planear algo sobre la marcha.

—No creo que tengamos tan mala suerte de haber salido en el primer combate.

En el centro de la Capital, un montón de luchadores de habían reunido en torno a un tatami de gran tamaño, con un poste en cada esquina como decoración. Todos murmuraban, hasta que un pequeño hombrecito con traje y sombrero de hongo prendió su micrófono.

—¡Bienvenidos a este torneo de dobles del Otro Mundo!— Anunció—. Escuchen. Tenemos el tiempo contado, así que los combates serán seguidos uno de otro, sin descanso. ¿Entendido?

—Adiós al plan de pensar una estrategia más tarde— susurró Bra—. Si nos tocan oponentes lo suficientemente débiles, aún habrá tiempo para eso, supongo.

—Entonces anunciemos el primer combate. Por un lado, la dupla de Olibu y Paikuhan— los señaló y estos subieron a la tarima.

—"Su ki es muy grande"— Bra observó detenidamente al guerrero que acompañaba a Olibu. Su piel era verdosa, así que pensó que se trataba de un namekiano, pero no estaba segura por la cantidad de ropa que traía encima—. "Realmente necesitaré ver a estos dos pelear".

—La siguiente dupla optó por mantener un anonimato, así que pasarán al frente los participantes número nueve y número diez.

Los ojos de la adolescente se abrieron como pelotas—. ¡Debes estar bromeando!

—Verdad. ¿Quién habrá elegido nombres tan aburridos?— Se quejó Noah.

—Por favor, suban al tatami— reiteró el anunciador.

—"Bueno... No queda de otra"— se dijo, saltando finalmente sobre la plataforma. Escuchó una pisada cerca suyo, sabiendo que su dupla también había subido—. Recuerda lo que dijimos, y no te preocupes por defenderte. Sólo ataca.

—Okay— se arrancó el collar del cuello, y su espada se manifestó en su lugar.

—Así que estas son las personas que conocen a Son Goku— Paikuhan habló con el rubio—. Espero que este sea un combate interesante.

—Seguramente lo sea.

Siguiendo con lo planeado, Noah se mandó al ataque apenas se dió por iniciada la pelea. Su velocidad la ayudó a llegar rápido a sus objetivos, y cuando estuvo por blandir su espada, se hizo a un lado de un salto; eso dejó completamente desorientados a sus oponentes, que se habían preparado para contraatacar. Apenas reaccionaron cuando unos discos de energía casi los rozan; pudieron esquivarlos y se separaron al hacerlo.

—"¡Bien!"— Clamó Bra en su mente, sabiendo que separarse era un error que podía aprovechar. Se elevó un poco, tratando de entrar en la visión periférica de la shinjin—. "Hay que descubrir cual de ellos es el más débil".

Bra hizo una seña muy rápida con la cabeza, para indicarle que vuelva a atacar. Por suerte, logró captarla y arremetió contra Olibu. Este esquivó la primera estocada y detuvo la segunda con la mano; él no pudo saberlo, pero Noah sonrió debajo de la máscara. Y algo extraño ocurrió, hizo un movimiento rápido y cambió de muñeca. Olibu se dió cuenta que el filo ya no era del mismo ancho que antes, ni el mismo peso; la sorpresa lo llevó a soltarse y eso le costó. De un momento a otro, su mano y todo su brazo estuvieron plagados de cortes.

—¡¿Qué haces?!— Le gritó Paikuhan, quien había estado lidiando con detener las ondas de ki de la saiyajin—. ¡No dejes que te toque con esa espada, no es normal!

El brazo de Olibu estaba ya inhabilitado, pero hizo un esfuerzo por ignorar el dolor y echar un vistazo en la espada nuevamente—. Juraría que hace un momento no lucía tan fina...— sonrió.

—Debes estar alucinando— se burló—. Por favor, déjalo aquí. No quiero tener que cortarte otra vez— su tono, aún entre la distorsión causada por la máscara, se escuchó más firme.

—No creas que puedas entrar a un torneo y pretender no dañar a nadie— reclamó el luchador—. Sigue atacándome con todas tus fuerzas.

Noah asintió; se preparó y blandió su espada una vez más. Esta vez, Olibu se protegió con una barrera de ki; la albina no supo bien cómo reaccionar a eso, ni a los rayos de ki que el enemigo comenzó a lanzarle. Dió un salto hacia atrás e intentó desviarlos con el filo, pero crear distancia había sido una mala elección. Olibu utilizó una técnica especial y se dividió en dos, atacando ambos por diferentes lados.

—"¿Qué se supone que haga?"— Se preguntó.

Bra todavía trataba de acorralar a Paikuhan a base de ondas y técnicas de ki. Lo tenía corriendo de un lado a otro, forzándolo a desgastar su energía al no darle tiempo de responder de otro modo. Le hizo darse cuenta que el sujeto en realidad debía ser más bien peleador de artes marciales y no a larga distancia.

Se perdió un momento en ese pensamiento, pero desvió la vista al darse cuenta que requerían su ayuda en la otra mitad de la tarima. Se dispuso a ir hasta allá, pero se detuvo al ver el desenlace del último ataque: los dos Olibu habían sido frenados por el dorso de un arma, una en cada mano de la espadachín.

—¿Cómo?— Los peleadores se quedaron paralizados.

Esta vez Bra aprovechó la oportunidad; detectó el ki más potente entre ambas copias y disparó contra él en una patada cargada de adrenalina, mientras el sujeto aún mantenía su puño sobre la espada. El resultado fue que esa patada lo expulsó del área de juego. Olibu se forzó a no caer, levitando en el último momento, pero su cabello había tocado el suelo.

—¡El peleador Olibu queda fuera!— Decretó el anfitrión.

—¡Un momento!— Pidió la saiyajin, ahora dejando ver una expresión contundente—. Si el resto está de acuerdo, quisiera que eliminen las reglas para este combate.

Nadie supo bien cómo reaccionar ante esa petición, ni el anunciador ni el resto de combatientes. Hasta que Paikuhan empezó a reír con ganas.

—A mí también me molestan esas reglas. La pelea será mucho más interesante sin ellas.

—Yo por mí parte tomo esto como una derrota. Pero si quieren seguir peleando hasta el final, respeto ese deseo— Olibu saltó de nuevo dentro del tatami.

Bra le lanzó una mirada cómplice a la encapuchada, esperando una respuesta de su parte.

—A mí me da igual. Mientras la regla de no matar al oponente aún siga en pie— dijo, bromeando.

—Claro. No podemos matarnos entre nosotros o terminaríamos borrados de la existencia— Paikuhan sonrió.

—Entonces... el primer equipo que quede inconsciente— Bra se puso en posición defensiva otra vez.

—Sí. Eso está bien— Paikuhan apretó las cejas, sin dejar de sonreír.

El guerrero de quitó el gorro y la túnica blanca, las lanzó al suelo y se escuchó el impacto. Había quedado solamente con una camiseta azul, así que estiró un poco los músculos.

Entendiendo que iría en serio esta vez, la saiyajin optó por hacer lo mismo. Se quitó el cinto y luego la camisa de mangas, portando debajo solamente la camiseta rosa con el estampado característico. Dejó las botas, mostrando los pies vendados y enrojecidos por el maltrato de esos meses; por último, se deshizo del pantalón, pero ya traía un jean debajo. Tomó el bulto de ropa y lo lanzó fuera de la plataforma, creando este un cráter al impactar.

—No me digas que todo este tiempo traías un cambio de ropa puesto— le murmuró su compañera.

—Estaba preparada para algo así, siempre lo estoy— dijo, con orgullo—. Además no quiero destruir la ropa que me prestaron.

—Vamos. Eso es muy extraño...— rió por lo bajo—. Que injusto, yo no puedo lucirme de ese modo— ajustó su capucha.

Los dos bandos quedaron sin hacer nada un momento, hasta que Paikuhan soltó un grito y se elevó en el aire, formando un tornado alrededor de su cuerpo.

—¡Tomen esto!

El remolino se volvió cada vez más grande, amenazando con arrasar con todo. La ventisca alejó a todos los espectadores.

—¡Aléjate de él!— le gritó a su dupla, sabiendo que al entrar en el tornado seguro echaría su anonimato a perder.

Noah asintió y corrió lejos de la técnica; por su parte, Bra intentó contrarrestarla con ondas de ki, pero no servían. Inevitablemente fue capturada dentro de la corriente de aire. Ahí dentro le fue difícil moverse, así que elevó su ki y utilizó el Kaioken; el tornado se deformó, desapareciendo. La muchacha usó su nueva velocidad para llegar donde Paikuhan, amagó un golpe, pero en vez de eso, batió su cola en un remolino y la agitó contra su oponente. Paikuhan cayó al suelo, pero frenó el impacto aterrizando en sus manos.

—Oyee, no sabía que podías usar tu cola de ese modo— la enmascarada le aplaudió en juego—. Pero esa técnica me gustó, la convertiste en una "Cola-cóptero".

—¿Una qué cosa?— Una gota de sudor le cayó por la frente.

—Ahora es mí turno de atacar, ¿está bien?

Noah salió como un cometa en contra de los dos luchadores, que esperaron pacientes a que se acercase. Se tiró hacia abajo para evadir cualquier golpe, y lanzó una tajada en ascenso con cada espada. Por desgracia, esta vez evadieron los cortes, y Olibu fue con la intención de darle un golpe, pero como le habían indicado antes, la albina no pretendió esquivarlo en ningún momento.

El golpe terminó dándole a otro blanco, ya que Bra se interpuso y recibió el puñetazo en el rostro. Pero no parecía haberse inmutado mucho; cuando Olibu quitó su puño, la chica pareció reflexionar de algo. Al rubio eso le extrañó y se mantuvo alerta, pero igual no pudo evitar el codazo al abdomen que le sacó sangre de la boca.

—Lo suponía por la diferencia en su ki, pero en realidad eres el más débil entre los dos— le dijo—. Tus golpes no tienen ningún efecto.

Iba a rematarlo, pero esta vez Paikuhan se lo impidió. Llegó con una patada que la saiyajin tuvo que bloquear obligatoriamente con el brazo. La resintió. Entonces Noah lo atacó, cortando una parte de su hombro; Paikuhan se alejó unos metros luego de eso.

De un momento a otro, la expresión de seriedad de Paikuhan y Olibu se convirtió más bien en una sorpresa inesperada.

—¿Hm? ¿Qué pasa, por qué dejaron de pelear?— Se preguntó Bra.

Noah le movió el hombro para llamar su atención, y le señaló arriba de su cabeza. Las aureolas habían desaparecido.

—¿Q-Qué se supone que hagamos ahora?— Susurró la híbrida.

—Lo mejor que podemos hacer en esta situación... ¡Corre!— La jaló mientras salía corriendo.

Tanto Olibu como Paikuhan se quedaron con una cara de estar completamente perdidos.

—Ehhh— ni el anunciador sabía qué decir—. Los ganadores del combate son Olibu y Paikuhan.


—Ustedes...— a Enma le saltaba una vena de la frente—. Tuvieron el descaro de irrumpir en el Otro Mundo y además entrar directamente en una zona prohibida— azotó su palma encima del escritorio—. ¡Veinticuatro horas en el infierno para ambas!— Dictó.

—¡¿Q-Qué?!— Bra se espantó—. Señor, Dios, por favor discúlpenos— rogó—. Por favor, no me haga ir a ese lugar, ya aprendí la lección.

—Ah...— Noah sólo tragó saliva y se preparó para la condena—. Ese bicho astuto, nunca nos dijo que al gastar energía las aureolas durarían menos.

—¡No volveré a hacerte caso, te lo prometo!— Le gritó a la shinjin, mientras su cuerpo era absorbido por la corriente de almas—. ¡Esta me la vas a pagar!— Desapareció.

—Uhm, ¿puedo estar en un contenedor de almas diferente al de ella? Sólo por si acaso.


Luego de veinticuatro horas, las jóvenes se encontraron pintando a mano la casa de Kaiosama.

—Tienen que dejarla como nueva. A ver si así aprenden a no romper las reglas— decía, enfadado.

—JAJA, creyeron que se iban a salir con la suya pero yo fui más listo— se burló Gregory, volando a su alrededor.

—Tú también tendrás que pintar, Gregory.

—¿Qué? Oh no...— se desanimó. Noah le sacó la lengua en respuesta.

—No puedo creer que me fui al infierno...— Bra seguía incrédula—. Y yo que solo vine aquí a entrenar. No tenía malas intenciones— se agarró la cabeza.

—Eh. Sin rencores, ¿no?— Noah sintió el sudor caerle por la frente.

Bra le dió una mirada severa, pero luego sonrió—. Descuida. Sin rencores.

—¡Apresúrense en terminar de pintar!

—Sí, sí. Ya voy, ya voy— renegó la muchacha—. Cielos, no dejo ni que mi madre me mandonee tanto...— se sintió avergonzada.


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