Dragon Ball Fanon Wiki
Advertisement
Dragon Ball Fanon Wiki

Descubrimientos Inoportunos (Parte 2) es el décimo octavo capítulo del remake de Dragon Ball: Shouganai, publicado el 28/02/21. Pertenece a la Temporada 1.

Anterior

DB-ST1Portada

Capítulo

Podía sentir las manecillas del reloj de los Brief moverse demasiado lento, y ese ritmo lo acompañaba con un tamborileo de sus manos contra su asiento, mientras esperaba ansiosa los resultados.

—Esto tardará al menos un día, ¿Estás segura de que no quieres distraerte con algo?— Preguntó Bulma.

La demoniza consideró la oferta. Quizás era mejor despejarse y no carcomerse la cabeza por algo inevitable.

—De acuerdo—. Se puso de pie.

—Hay libros en la sala, toma lo que quieras—. Ofreció el Dr. Brief.

—Agradezco su hospitalidad—. Hizo una pequeña reverencia antes de salir del cuarto.

Si no podía entrenar su cuerpo, al menos agilizaría su mente. Buscó algunos libros sobre artes marciales y defensa personal, que seguramente pertenecían al saiyajin de pelo púrpura. Se centró en comprender los textos, ayudándose de las ilustraciones si no era capaz de descifrar ciertas palabras.

Al principio no era difícil seguir el ritmo, la explicación de conceptos básicos eran fáciles, pero cuando las cosas comenzaron a volverse más técnicas e indagar en movimientos y ataques específicos, se vió obligada a apartar los libros.

—¿Qué mierda...?— Se dijo, comenzando a sentir jaqueca por la lectura—. Parece que no estoy hecha para esto—. Rió. En el pasado, quizás le hubiera costado aceptarlo, pero podía decir con seguridad que no había otra cosa que le aburriera más que las disciplinas de combate. Era algo fuera de su comprensión.

—Hey, conque aquí estás—. Saludó Trunks, que al juzgar por la toalla en su cuello, llegaba de una ducha—. Veo que encontraste mis libros, entonces... ¿Qué te parecen?

—Quédatelos, no entiendo una palabra—. Soltó, con toda sinceridad.

Trunks soltó una carcajada—. Eso es porque te estás forzando demasiado. Deberías descansar por hoy—. Rebuscó debajo del televisor, y le lanzó un mando de consola—. Toma. ¿Sabés lo que es un videojuego, no?

—Sariel me habló un poco de eso, pero no tengo interés—. Se negó, pareciéndole algo demasiado infantil.

—Oww, vamos, sólo una partida—. Insistió—. Te dejaré ganar—. Intentó tentarla.

—Niño, eso no funcionará—. Le dió un golpe ligero en la cabeza con el mando.

—Por favor. Gohan y Sariel no están, así que me estoy aburriendo—. Se desplomó en el sofá.

—Está bien, lo haré—. Cedió—. Vaya, sólo eres un mocoso a fin de cuentas—. Se burló.


Los primeros indicios de la noche se asomaban por el bosque, obligando al terrícola y el demonio a conseguir comida.

—Podríamos tomar algo de la nave, pero ya que estamos aquí, creo que sería divertido pescar—. Dijo Gohan, lanzándole una caña a su compañero—. ¿Sabes lo que es?

—Uhm, sí. Aunque jamás he intentado pescar—. Observó hipnotizado el objeto.

—Entonces es una buena oportunidad—. Insistió, sentándose en la orilla de un río.

Sariel lo imitó, colocando la carnada en el anzuelo y tirándola al agua—. ¿Y ahora?— Preguntó.

—Esperar.

El demonio frunció el ceño—. ¿No se pueden atrapar con las manos?

—Se perdería la gracia de pescar—. Explicó—. Ahora sólo relájate y espera.

El Shinjin intentó seguir las indicaciones. Duró unos minutos, pero comenzó a desesperarse luego de eso. Rápidamente se puso ansioso, pero resistió hasta que vió su caña moverse.

—¡Tengo uno!— La atrajo hacia él, pero no había nada—. Oh...

—Inténtalo de nuevo—. Dijo Gohan, animándolo.

El Makaioshin hizo lo que le sugirieron, tratando de calmar sus nervios. Al final, fue capaz de tomar por sorpresa a algunos peses, y terminó atrapando uno realmente grande.

—¿Tenemos que comerlo?— Sollozó, sosteniendo a una de las criaturas que aún se movía.

—Bueno... Puedes devolverlo al agua—. Se rascó la cabeza—. Supongo que comeremos lo que hay en la nave.

Y así lo hicieron, pero el mayor decidió que era un buen momento para hacer una fogata y sentarse a la luz de la noche.

—El cielo estrellado es lo mejor. No puedes ver esta clase de cosas en la ciudad—. Dijo, recostándose en el suelo.

—Te gusta mucho la naturaleza, ¿No?— Indagó el curioso demonio.

—Sí, me atrapaste—. Rió—. Viví alejado de la ciudad, así que nunca me acostumbraré a eso, a pesar de que ahí viven todos mis amigos—. Se desperezó—. A veces se siente como si fuera de otro mundo.

Para Sariel, eso hizo eco en su cabeza, devolviéndole a la mente las dudas que llevaba guardadas.

—Yo... Me siento igual—. Susurró, lo suficientemente alto para llamar la atención del híbrido—. La Tierra, el Makai... No sé a cuál pertenezco. Donde quiera que voy, parece que soy un extraño—. Agachó la cabeza—. Me gusta la Tierra, me han tratado bien aquí, pero no estoy seguro si llegue a ser un hogar para mí.

Gohan se detuvo a pensar un poco antes de decir algo—. Quizás te sientas cómodo aquí por los lujos y las personas que te rodean, pero es distinto a sentirse en casa—. Se sentó—. Hay lugares que son muy preciados para nosotros, porque tenemos muchos recuerdos importantes ahí.

—¿Eso incluye también las cosas malas?

—Así es.

Sariel se sentó en un tronco, divagando por unos momentos.

—Creo que ya tomé una decisión. Gracias, Gohan—. Sonrió.


—¡Oh, vamos!— Trunks tiró su mando al suelo—. No puede ser que me ganes en cada partida.

—O eres muy malo en esto o soy inesperadamente buena con la tecnología terrestre—. Dijo Ánima, con desinterés.

—Quizás ambas—. Sonrió, apenado—. Nadie debe enterarse de esto.

—Como si quisiera que alguien supiera que pasé todo el día jugando con un niño—. Se chocó una mano contra la frente. Podía imaginarse las burlas de Abrak.

—De todos modos, ¿Cómo lo hiciste? ¿Son tan buenos tus reflejos?

Ánima negó con la cabeza—. Tengo buenos reflejos, pero solo tuve que prestar atención a los patrones de movimiento para predecir cada uno.

—Ohh así que te refieres a los frames.

—Intenté adivinar tu forma de pelear y acoplarme a eso—. Siguió explicando—. Como atacabas, sólo defendí hasta ver una oportunidad.

—Parece que eres bastante buena con las estrategias, aún si no se te da bien luchar.

—¿Por eso querías que juegue? ¿Para analizarme?— Añadió, con sarcasmo.

—No. Realmente sólo quería divertirme, pero pude sacar algo bueno—. Respondió, dándole un pulgar arriba.

Se escucharon unos pasos, y el Dr. Brief llegó a la sala, ajustándose las gafas con cierto nerviosismo. Cabe resaltar la cantidad de tiempo que había pasado en el laboratorio, y que a esas horas de la madrugada, usualmente estaría descansando.

—Bueno, los resultados ya están listos. Así que puedes acompañarme—. Dijo, tratando de sentirse amable.

Sin embargo, ninguno de los dos tardó en darse cuenta que algo no estaba bien, y la demoniza se apresuró en llegar al laboratorio. Apenas llegar, cerró la puerta. Lo que sea que tuvieran para decirle, no iba a salir de la habitación.

—¿Cuánto tiempo tengo?— Preguntó, tratando de sonar firme, pero supo que había fallado cuando sintió su mano temblar contra la perilla—. "Cálmate, maldita sea"—. Se forzó, sujetando su brazo.

—Tomando precauciones, quizás dos años—. Le confesó, lo más tranquilo posible—. Al parecer, tu cuerpo se está deteriorando por muchos factores. Las condiciones de la Tierra, falta de nutrientes... Aunque ocurre demasiado rápido—. Se dijo a sí mismo esa última parte, pero Ánima alcanzó a escuchar.

—Entiendo—. Se apoyó contra la puerta. Sonaba calmada, aunque por dentro, realmente no sabía distinguir si era mucho o poco tiempo—. Gracias por decírmelo, les debo mucho a ustedes.

—No hay de qué. Sólo intenta llevar una vida tranquila—. Esta vez, sonrió. Y se marchó de la habitación, dejando al demonio reflexionar de su situación.


Ya era otro día, cuando los híbridos saiyajin y demonio al fin lograron capturar la penúltima esfera de la copa de un árbol.

—Al fin, sólo nos queda una—. Animó Gohan, mientras regresaban a la nave.

—Son muy bonitas, es una lástima tener que destruirlas.

Cuando está por responder, el Shinjin siente un corto circuito y salta a la espalda de su amigo, con las garras desplegadas. Se escucha un golpe seco en el piso, y un pequeño demonio queda aturdido, pero se recupera rápidamente.

—¿Un ataque a plena luz del día?— A Sariel le extrañó.

Escucharon zumbidos; elevaron la vista a la vez. Había más de ellos. Gohan desenvainó su espada y Sariel tomó su Báculo. Comenzaron a atacar y esquivar los golpes de las pequeñas criaturas, pero se habían olvidado de algo. Uno de los demonios tomó la esfera del suelo y salió disparado.

—¡No lo permitiré!— Gohan alzó la voz, preparado para volar tras él. Pero no fue necesario.

Dos akumajin saltaron al rescate de la esfera, tomando al demonio mascota por las patas y tumbándolo en el suelo. A ese punto, ya habían acabado con el resto, así que los guerreros se quedaron observó la escena.

—Aquí tienen—. Uno de los akumajin se acercó caballerosamente a entregarles la esfera en mano. Los híbridos estaban desconcertados, pero apuntaron sus armas sin dudarlo—. ¡Esperen, esperen! Estamos de su lado—. Agitó las manos con nerviosismo.

—Escapamos de Amón para unirnos a su causa—. Añadió el otro, algo temeroso por el resultado de su último combate.

Los mestizos se miraron mutuamente, llegando a la misma conclusión.

—Nos ayudaron, así que... De acuerdo, pueden venir con nosotros—. Dijo Sariel.

—Oh, le seremos de mucha utilidad, señor—. El akumajin fingió una reverencia, mientras por dentro se mofaba de ambos incrédulos.

—Pueden ir por delante de nosotros, para mantenerse alerta si algo más sucede—. Añadió Gohan, y apenas los demonios se cruzaron delante de él, los tomó por sorpresa, golpeándolos con el mango de su espada y dejándolos inconscientes—. Vaya, parecían más fuertes la última vez.

—Tampoco lucen tan aterradores...— Se arrodilló para observarlos bien.

—Dijeron que Amón les dió ese poder, entonces... ¿No puede también quitárselos?— Pensó.

Sariel acercó su mano a las marcas de los demonios. Eran como las de Makaioshin. Entonces sintió en su palma un hormigueo peculiar; ya había sentido algo así antes.

—Quizás...— Dudó, pero no perdía nada con intentarlo. Posó sus manos en los hombros de ambos demonios, esperando que funcione. Al poco tiempo, las marcas en los cuerpos adaptaron una forma de espiral y se fueron movilizando con bastante gracia, pasando por los brazos del impuro hasta rodear su cuerpo. Brillaron, y entonces desaparecieron—. Wow...— Susurró. Había podido sentir los escalofríos de la fría energía entrando por sus venas. Y ahora se estaba volviendo cálida.

—¿Qué acabas de hacer?— Preguntó Gohan, genuinamente intrigado.

—Creo que absorbí su poder. Al menos una parte—. Observó sus brazos y otras zonas de su cuerpo. No había ningún cambio, ninguna marca nueva—. Pero no noto ninguna diferencia—. Decir eso fue un mal presagio, pues comenzó a tener un brote de adrenalina que le provocó un cortocircuito y dió lugar a espasmos.

—¡Sariel!— Se preocupó el mayor, sujetándolo cuando amenazó con caerse.

Tras unos segundos de tener la cabeza como un tambor, se reincorporó—. Uff, eso fue desagradable. Como meterse en agua caliente y luego agua helada—. Comparó. Había sido un altibajo, pero ahora se sentía lleno de energía.

—¿Qué hacemos con ellos?

—Hm, creo que podríamos devolverlos. Pero... Amón no tiene mucha paciencia—. Sonrió, con algo de preocupación—. Fallaron dos veces, así que no les dará otra oportunidad. Sé que nos tomaron el pelo, pero no creo que merezcan morir.

Gohan dudó por unos segundos. Era difícil para él confiar en los demonios—. De acuerdo, pero habrá que mantenerlos vigilados.

—Puedo ayudarles con eso.

Se escuchó una voz grave a la distancia, y una característica capa se alzó al viento cuando el namekiano aterrizó.

—Tener dos rastreadores más de demonios me ayudaría a patrullar.

—Me parece bien—. El saiyajin le dió el visto bueno—. Hay que llevarlos a la Corporación Cápsula.

Sariel tomó su Báculo y lo estiró hasta volverlo algo similar a una soga, entonces ató a los akumajin—. Perfecto.


En un par de horas, estuvieron de regreso en la Capital.

—Sr. Brief, ¿Ha visto a Bulma?— Preguntó el universitario, cargando a los demonios aún inconscientes.

—Despertó hace poco, creo que tuvo una noche agitada—. Mencionó—. Seguro esté en su cuarto.

—Hm, entonces tendré que fijarme por mí cuenta—. Dijo, sin querer molestar a la mujer en su descanso—. Gracias.

—Hm, ¿De casualidad sabe dónde está Ánima?— Indagó Sariel, con un tono apenas audible.

—Ella ha estado en la azotea desde ayer—. Se acercó Trunks, algo decaído—. Sariel... Creo que deberías ir con ella. No estoy seguro de qué pasó, pero creo que el chequeo no resultó tan bien.


Ánima estaba apoyada en el barandal, con la mirada perdida, en ningún punto en particular. La terraza daba al jardín, así que no debía preocuparse por ocultar su forma. Aunque poco o nada le importaba en ese momento.

La llamada de una voz familiar acabó con su ensoñación.

—Chico, ¿Qué haces aquí?— Le preguntó, y pudo notar la expresión del menor, sucumbida en una mezcla de preocupación y frustración.

En momentos como esos, debía calmarlo; decirle que todo estaba bien, y podía cambiar su mueca por una sonrisa. Pero las palabras se ahogaron en su garganta cuando el impuro saltó a abrazarla, transformándose en un nudo de angustia que no sabía que tenía guardado.

A pesar de ser más bajo, el makaijin tomó su cabeza, y la dejó descansar sobre su hombro. Era algo incómodo, pero ni siquiera lo notó. Estaba muy shockeada por la acción.

—Hey... Todo estará bien—. Dijo, con un tono tan pacífico que casi era un somnífero—. Cuando todo esto, volveremos al Makai—. Ánima quiso objetar, pero Sariel continuó—. Te has forzado demasiado. Lo hiciste bien, ya no tienes que seguir resistiendo—. Como por reflejo, el muchacho fortaleció su agarre—. Sé cómo se siente, Ánima... el miedo a morir. Pero no te dejaré sola... Nunca más voy a irme—. Susurró esa última frase.

Eso fue lo que hacía falta para terminar de quebrar la resistencia de la demoniza; unas pocas lágrimas humedecieron el hombro del medio Shinjin. Era la única persona del mundo con la que mostraría tanta debilidad. Hasta ahora, no había respondido al abrazo, pero envolvió al menor en sus brazos antes de distanciarse un poco para quedar cara a cara.

—No quiero dejarte solo, chico—. Confesó, con la voz tambaleante—. No de nuevo. Si no estoy ahí cuando me necesites, nunca me lo perdonaría.

—Me enseñaste bien. Y es por eso que puedo mantenerme firme—. Se secó sus propias lágrimas—. Terminaré con esto, regresaré al Makai y me volveré un rey del que puedas estar orgullosa—. Exclamó—. Podrás estar tranquila. Pero hasta entonces, no tienes mí permiso para irte—. Nuevas lágrimas amenazaron con salir—. Eso es una orden.

—No puedo desobedecer al rey—. Sonrió, limpiando los ojos vidriosos del más pequeño. Shinjin, Makaioshin, rey o no, ella ya estaba lo más orgullosa que una madre podía estar de su hijo.

Siguiente
Advertisement