Este artículo fue premiado como el segundo Mejor Capítulo del año 2024 en los Golden Freezer Awards. |
Este el sexto capítulo de Blade & Crim: Socios en el Multiverso, escrito y redactado por Crim y Blade. Se estrenó el 09/08/2024.
Con mi peor enemigo - Parte 3.
「 Asentamiento Apolojin. 」
Sugoki le gritó al humano a sabiendas de su poca audición por lo sucedido anteriormente en la batalla, pero de todas formas él estrecha su mirada mientras piensa si lo que escuchó fue cierto, y por accidente acaba levantando la voz.
Notando mediante su risa que simplemente intentaba no ser demasiado serio, el conductor de Bamber se encoge de hombros y sigue corriendo en dirección a la ciudad que él mismo se encargó de fortificar.
La frustración que invade el rostro de Sugoki se oculta detrás de su traje, así como un suspiro silencioso que antecede la respuesta dirigida al patriarca.
De la nada, los pequeños ojos del líder Apolojin se abren de par en par al ver llamas blancas alzarse a varios metros desde la ubicación del nuevo aliado.
Ahora, teniendo un nuevo faro para ayudarles aparte del Tsufurujin, la evacuación avanza bajo las órdenes de Sugoki, quien se muestra mucho más decidido de lo normal por ayudarlos. Para la mala suerte de todos, el rescate de los habitantes se ve entorpecido por algunos destellos que salen disparados en direcciones peligrosas, siendo detenidos cada vez por escudos de llamas o el cuerpo acorazado de Bamber. Sin embargo, es difícil para ellos evitar los temblores que están habiendo desde hace poco debido al estado frágil del viejo planeta.
Quienes se encargan de manejar el asunto se reúnen en la zona central de la ciudad para comunicarse en persona y hablar mediante los comunicadores a cada habitante, pero en eso notan algo sumamente extraño.
El grupo de pequeños hombres y mujeres se va corriendo con varias herramientas, algunas rudimentarias a falta de una mayor cantidad de las aportadas por Sugoki, mismas que apenas son capaces de romper algunas raíces medianas con mucha dificultad, y ni hablar de las más grandes. Después de todo, incluso teniendo medios mejorados para ese tipo de labores, seguían siendo un pueblo débil contra raíces nudosas y férreas.
Sus opciones se agotan y el tiempo es escaso, necesitan que todos ayuden en otras cosas, por lo que Sugoki les comanda retirarse rápido para evitar que sean atrapados también, en lo que él piensa cómo solucionarlo.
Varios Apolojines se retiran mientras corretean al ver el aura de Blade alzarse en una forma más presente, a la vez que toma una respiración y desenfunda su hoja con un brillo dorado más potente.
Con un fuerte salto, el humano cae realizando un corte girando en un espiral vertical hacia el cúmulo de raíces más resistentes, que sin embargo lo detienen unos momentos antes de ceder parcialmente por la fuerza empleada en ese movimiento.
Esta vez es Sugoki quien da un paso adelante y dispara una muy pequeña cantidad de lava para terminar de destruir los obstáculos después de separar a todos del área.
Así, Blade le explica que con sus llamas blancas puede suprimir las altas temperaturas de la lava y conseguir que ningún Apolojin se vea afectado, si mantienen cuidado. Sugoki acepta sin dudarlo a la vista de los habitantes del mundo, quienes miran temerosos en algunos casos, pero no por el plan, es más bien por la seguridad de los suyos.
Cada uno se hacía las mismas preguntas tras mirar como el cielo se derrumbaba sobre la temblorosa tierra.
"¿Qué está pasando exactamente?"
"¿Podremos sobrevivir al fin de este mundo?"
「 En un pacífico planeta. 」
Muy alejado del gran conflicto que estaba asolando al planeta de Apolo, una gran ciudad se movía como de costumbre con sus habitantes viviendo tranquilamente sus existencias, sin percatarse de los forasteros que están a punto de ingresar entre las grandes extensiones de campos donde se cosechan sus alimentos y se cría el ganado.
La vampiresa atraviesa un portal luminoso y siente la brisa viajando a través del pasto tan diferente a su duro hábitat natural, el Makai. Para ella, estar en un lugar tan lleno de vida no es lo normal. Sin embargo, tampoco le importa detenerse a disfrutarlo, pues se concentra más que nada en afilar sus sentidos para detectar cualquier presencia enemiga que pueda importunarlos en medio del ocaso, hora elegida precisamente para evitar que la luz solar le moleste.
Con unos pasos tranquilos, Chronoa traspasa la puerta de acceso al planeta, viéndose cubierta con una burbuja poco más grande que su cuerpo para protegerse de cualquier ataque imprevisto y ocultarse a simple vista, de la misma manera que Ánima camina despreocupada, resaltando sus capacidades como una criatura de la oscuridad al mezclarse entre el ambiente poco iluminado durante el poco tiempo que les toma encontrar a un sujeto en particular entre los poco transitados campos: un hombre de complexión robusta que viste con ropas de granjero de un material demasiado elegante y está bien arreglado a comparación de otras personas de dicha profesión.
La Suprema Kai del Tiempo suelta una risa incómoda al ver que el hombre toma una botella de agua al acabar de recoger sus cosechas después de una larga jornada laboral, y comienza a tirar el contenido sobre su cuerpo mientras agita su oscuro cabello con movimientos suaves. Se le ve contento consigo mismo, desde luego.
A pesar de que Ánima pensaba en acercarse con precaución, Chronoa se eleva para ir rápido con la persona, así que termina haciendo lo mismo con un bufido. Su plan era no asustarlo, pero parece que apenas la diosa elevó un poco su cabeza para volar él las captó y se puso en guardia hasta tenerlas en frente, mostrando desconfianza sin verse en lo más mínimo intimidado por la pequeña descendiendo lenta e imponentemente con sus manos apoyadas en ambos costados.
Chronoa tose con su ceño fruncido para calmar a los otros dos, y entonces abre los ojos con determinación.
El lugareño replica la misma pose exacta con suma confianza y levanta la mano para detenerla antes de que termine su frase.
Tras ser tomada como alguna clase de demente, la deidad muestra una expresión enojada y da un paso adelante.
Un suspiro sale de la boca de Chronoa al ser señalada casualmente por el granjero, y entonces vuelve a mostrar una expresión solemne para dar nuevamente una impresión digna de su estatus, a la vez que levanta su mano derecha y emite un pequeño brillo.
Los alrededores son cubiertos por lo que parece ser un domo holográfico, que imita un escenario diferente. Específicamente, se trata de los recuerdos perdidos del hombre, mismos que comienzan a fluir en su mente a medida que la imagen se hace más nítida... O mejor dicho, la imagen se hace más clara mientras las memorias aparecen por las palabras de Chronoa, quien se mantiene seria al lado de una Ánima levantando también sus manos hacia la otra parte, sin intenciones de atacarlo, puesto que ella parece ser la responsable de estar causando ese remolino de visiones con sus habilidades, junto a Chronoa.
El granjero bosteza, perezoso y ajeno a lo que sucede en lo que guarda sus herramientas de trabajo sin mirarlas siquiera, pero con sus manos siempre preparadas para actuar.
Sus palabras se ven interrumpidas por el sonido de alguna tela rompiéndose, que se escucha a pocos metros, junto a una presencia que solo puede ser descrita con pocas palabras: desconcertante, incómoda, e incluso, imposible de concebir. Los hace sentir mareados y extrañados a partes iguales. Mucho más al mirar unas grietas brillantes en la misma realidad, que son unidas por hilos de colores brillantes rompiéndose poco a poco para mostrar un espacio oscuro con varias figuras.
Un disparo de Ki verde es detenido con un solo movimiento de la mano de Ánima, quien pronto lo replica lanzando su propio ataque hacia la puerta para lastimar a los invasores. O en este caso, a la invasora, debido a que una vez todos los hilos se rompen, sale una chica cuya piel turquesa es apenas visible a través de la capucha degastada de la que sobresalen mechones anaranjados, a un paso de ser rojos como una intensa llama que resalta su ropa andrajosa.
La mujer estira su mano hacia el ataque mostrando una sonrisa desquiciada, y en vez de recibir daño, solo lo atrapa para moldearlo en una esfera de varios colores en constante cambio, aunque no llega a concretar ninguna acción con este debido a un rayo lanzado por el granjero para destruirla y ocasionar una explosión... De la que pronto sale ilesa, junto a varios soldados con armaduras de cuerpo completo con un aspecto tecnológicamente avanzado.
Su risa maniática es precedida por un sinnúmero de delgados hilos con distintos tonos saliendo desde los dedos. Pero lejos de ser hilos normales, eran más como cuchillas afiladas que se lanzaban con la intención de trocearlos al instante, provocando que todos salten para esquivarlos, mientras que el hombre da un paso más allá y carga Ki entre sus manos con el propósito de lanzarlo en una ráfaga verdosa dirigida al grupo enemigo. Sin embargo, la que aparenta ser su líder solo desaparece en el acto, y deja a sus secuaces defendiéndose con escudos de Ki en una formación organizada.
Chronoa se defiende de varios ataques utilizando una barrera extra cubriendo a la anterior, para posteriormente repeler a la enemiga que aparece detrás del granjero pelinegro extendiendo sus brazos. No obstante, pronto es rodeado de todas formas por varios clones sonrientes de la mujer, que amenazan con atacarlo desde varios ángulos.
Con movimientos precisos detiene la mano de su rival, revelando que en realidad era una ilusión óptica para desconcentrarlo. Posteriormente, su aura se expande y dispara energía desde la mano que tuvo contacto con ella para mandarla a volar en el acto.
La chica, que recogió todo su cuerpo una vez fue disparada, se abre en forma de estrella para liberar varios hilos amenazando con empalarlo a gran velocidad. A su vez, Anima avanza apuñalando y cortando a varios soldados utilizando sus afiladas garras naturales para desgarrar con facilidad sus armaduras. Sin embargo, un disparo impacta en su cabeza, provocando que esta sangre en frente de Chronoa, quien ha estado ayudándola desde atrás al ser uno de los objetivos de sus enemigos.
Ánima se toca la herida para ver la sangre en su mano, y entonces aparece con un destello frente al soldado que la lastimó, levantándolo por encima de ella con las garras atravesando su cuello, del que brota sangre fresca hasta la boca de la vampiresa, sintiéndose más renovada que cuando comenzó el combate.
El pelinegro había esquivado todos los hilos con gran agilidad, notando que estos comenzaron a levantar el territorio como pequeñas islas flotando donde debería haber estado la extraña, quien se desvaneció y emergió desde el suelo frente a Chronoa, a punto de apretarla desde ambas direcciones hasta dejarla hecha polvo. Pero eso es lo que estaba esperando Ánima al alejarse de su compañera, por lo cual solo emite un silbido agudo después de lanzar al soldado muerto frente a sus compañeros.
Y extrañamente, estos no la atacaron.
Quedaron bajo control de la vampiresa, e interponiéndose en su misión, dispararon numerosas ráfagas de Ki hacia su compañera a la vez que hablaban. Aun así, no surte ningún efecto en la pelinaranja, pues esta se funde en el suelo otra vez para provocar que los proyectiles impacten en Chronoa, mientras que la última los desvía hacia ellos mismos y los obliga a esquivar como pueden.
Chronoa apunta a un árbol del que sale una larga y sucia manga, pronto devuelta gracias a una multitud de rayos provenientes del granjero.
Dicho eso, cierra los ojos un momento y da una patada al aire, donde pronto aparece la mujer estirando sus manos con hilos a la cara del guerrero, atravesando la patada que él le iba a propinar como si de un fantasma se tratase, aunque este al ver los dedos tan cerca se aleja con una explosión de Ki a sus pies, seguida de una poderosa esfera de energía morada que ya estaba cargada con una de sus manos en el momento que hizo el movimiento anterior.
Una estrategia fútil, pues ella detiene la esfera entre sus manos y comienza a comprimirla mientras púas salen de esta, dotándola eventualmente con la forma de un lucero del alba juntado con hilos.
La sonrisa en su cara se desvanece un momento, mostrando una expresión más bien desconcertada a la vez que mira con sus ojos abriéndose y cerrándose de manera independiente en dirección a Ánima, quien ha estado conteniendo a los soldados por su cuenta. Razón por la cual algunas partes de su ropa tienen rasgaduras que revelan arañones o quemaduras.
Sacando a relucir su locura una vez más mediante una escalofriante sonrisa, el lucero del alba es agitado por los aire arremetiendo a una velocidad de vértigo al pelinegro, quien salta, se agacha y gira para esquivar los impredecibles ataques a largo alcance mientras la confronta utilizando el Ki y evita los hilos sosteniendo fragmentos de tierra que dispersó antes. Sin embargo, la tarea es mucho más complicada para él. Después de todo, su contrincante puede aprovechar las estructuras, árboles y demás para redireccionar la aparentemente infinita "cadena" del arma improvisada, que de vez en cuando lo deja descansar por cambiar de rumbo hacia Chronoa.
Una vez más, la bola con púas se mueve arrastrándose por el suelo hacia ellos con una oleada de hilos entrelazándose para acorralarlos.
Ánima había aparecido para empujarlos fuera del alcance del arma, pero en cuanto a los hilos tuvo que optar por una estrategia más arriesgada: sostenerlos ella misma para permitir que se enrollaran en su brazo izquierdo y romperlos de una vez empleando la mayor cantidad de fuerza posible junto a su propia energía, que por un momento es absorbida antes de acercarse a Chronoa para seguir evitando que sea capturada por un descuido, a pesar de la mala condición en la que se encuentra.
Partículas brillantes salen desprendidas desde el suelo como chispas de un próximo y catastrófico incendio.
Explosiones encadenadas son liberadas desde las partículas, generando una nube de humo brillante por el Ki residual que asciende hasta el cielo, pintando el panorama con polvo y colores que son potenciados por varias rocas que se quedaron flotando con un aura brillante. El escenario cambió en su totalidad a una escena desastrosa, donde poco a poco solo quedaron los cuatro más fuertes junto a soldados moribundos y distorsiones ocasionadas por la energía desprendida por esa psicópata sonriente.
Evidentemente, el dueño de la hacienda no está contento con el resultado. Observa el suelo arrasado bajo sus pies, donde solían crecer las verduras autóctonas del planeta, que plantó con sumo cuidado y regó con sudor y sangre. Se toma un momento para agacharse y tomar en su mano un puñado de polvo, dejándolo filtrarse entre sus dedos, para luego descartarlo de nuevo al piso. Sus puños heridos y chamuscados se aprietan mostrando venas de ira. Un brillo dorado rodeando su cuerpo se hace notar, mientras se pone de pie.
El aura empieza a incrementar a medida que su musculatura se hace más prominente, y esa sonrisa valiente que llevaba mientras disfrutaba la batalla pronto cambia a una llena de enojo por la pérdida de su casa, de sus posesiones, del fruto de su esfuerzo. Incluso esa maniática se quedó viéndolo extrañada unos momentos antes de volver a reírse con máximo disfrute.
Luces doradas explotan alrededor del enojado Saiyajin, que se adelanta para cobrar venganza y deja a Chronoa curando un poco a Ánima.
Con una mano en alto apuntando al cielo, la energía del Saiyajin se concentra en una esfera que se mantiene en el aire mientras él cae como un meteorito hacia su contrincante, que lanza el lucero del alba para detenerlo. Sin embargo, es difícil dar con un ser tan rápido como para esquivar el ataque principal y luego dar vueltas en una espiral alrededor de la cadena hasta llegar al frente.
Su puño, ahora destellando en energía dorada propia de esa transformación, se precipita para golpearla con fuerza y mandarla a volar a través de varios árboles. Luego la alcanza e intenta propinarle una onda de Ki en su pecho desde arriba, pero ella se desvanece cual fantasma frente a sus ojos, reapareciendo a su espalda con sus manos a punto de ahorcarlo en un feroz agarre, que el granjero evita dándose la vuelta y desencadenando un poderoso intercambio de ataques entre ambos bandos, en medio de una tormenta cayendo desde la esfera que antes se quedó esperando más arriba a modo de restricciones en el movimiento para la desconocida, quien igualmente se defiende sin muchos problemas al realizar brutales embestidas con sus uñas e hilos colgando de sus mangas. Mismos que a veces se salen con el fin de ocultarse en varios puntos a modo de escurridizas serpientes.
Chronoa aprieta sus dientes con una expresión consternada, viendo que los peleadores se mueven por el suelo y los aires intercambiando golpes. Bashi aparece y desaparece, corta al Saiyajin con hilos y ataca como una bestia sin descanso, mientras que la otra parte solo se defiende para enfocarse en ocasionar daño con técnicas de Ki variadas en un despliegue de habilidad, que pronto lo lleva a rodearla girando en torno a ella con una infinidad de imágenes residuales debido a sus veloces movimientos... No obstante, la Herajin se queda quieta con la cabeza baja mientras sus ojos se mueven sin parar.
Bajo ese pensamiento aumenta la rapidez de su impecable juego de pies a la vez que evita los hilos, hasta que pronto comienza a saltar entre las rocas flotantes dejando atrás un ejército de ilusiones junto a un rastro compuesto por su aura dorada y la energía que acumula en ambas manos en preparación de algún ataque de gran potencia.
Con un grito de guerra salido desde el alma, el granjero salta, prácticamente teletransportándose por el impulso acumulado, a la espalda de Bashi, apoyándose de una roca con el objetivo de atacarla aprovechando el mareo por sus remanentes para acabarla de una vez por todas.
Y aun con la compleja técnica que ideó, el monstruo que tiene en frente solo sonríe de oreja a oreja y se muestra estirándose desde la imagen de su propia espalda, como si otra hubiera salido desde su cuerpo para alcanzarlo con sus ojos brillando.
Cuando estaba a punto de lanzar su ataque, ella solo lo toma de las muñecas y le separa las manos para cubrirlas con hilos mientras los que dejó dispersos se agrupan en un torbellino, amenazándolo con encerrarlo sin poder liberar la energía que iba a emplear por el riesgo que significará. Los pensamientos del Saiyajin se aceleran al verse arrinconado en tan solo un movimiento, buscando una solución en lo que forcejea para salirse del torrente cortante que cada vez se cierra más. Parece que toda opción se está esfumando, e incluso el Super Saiyajin se está desvaneciendo gracias a que los hilos están arrebatándole el poder.
Chronoa aparece en medio de los dos y rodea al hombre con su barrera protectora, entrando así en la boca del lobo.
Entonces, ella chasquea los dedos y la burbuja que hasta ahora resguardaba para defenderse de un ataque poderoso explota liberando una onda expansiva que deshace todos los hilos en los alrededores en un instante, alejando a Bashi en el proceso.
La Suprema Kai del Tiempo revisa sus heridas, notando que donde Bashi le sostuvo hay marcas de quemaduras y moretones que a cualquier persona normal le harían aullar de dolor. Pero, el tiempo de sanarlo se ve interrumpido debido a que su enemiga se reintegra al combate apenas un segundo después de haber recibido aquel impacto.
Apenas acaba su frase, Bashi se congela en el acto después de haber estado corriendo como una bala viviente hasta unos pocos metros de ellos, dándole algo más de esperanzas al Saiyajin, durante unos instantes.
Pese a haber sido sometida a una parálisis temporal, ella se sigue moviendo lentamente con su aura distorsionándose a su alrededor y una mirada que a cada momento se vuelve más retorcida, hundiéndose de a poco en su risa desquiciada. Poco a poco, su velocidad incrementa, y muestra los dientes felizmente por estar cerca de tocarlos.
Con los brazos un poco rotos y el cuerpo cansado, levanta a Chronoa para irse corriendo mientras es seguido por una agotada Ánima.
El granjero salta con velocidad y aterriza junto a Ánima en la nave que tenía estacionada lejos de ahí. Lanza a Chronoa dentro y se sienta en el asiento del piloto, encendiéndola a la par que maldice y suelta blasfemias, con Bashi lanzando sus hilos mientras vuela intentando seguirle el ritmo a la rápida nave una vez había arrancado.
Afortunadamente, logran escapar de la pesadilla que significó ese enfrentamiento, atravesando la atmósfera del planeta para disminuir la velocidad una vez llegando al espacio exterior. Lesionados y a punto de colapsar, pero vivos, celebran con alivio.
「 Mientras tanto, en las ruinas de Apolo. 」
No es una sorpresa para nadie cuando hay una ventisca o tormenta en el nublado Apolo, sucede cada muy poco sea cual sea la región. Y de todas maneras, esta vez el aire crepitante puede provocarle escalofríos hasta al más valiente; sobra decir que el retumbar de la tierra causado por el choque de Nebula y Crim aleja a cualquier ser viviente que intente acercarse.
Los dos cierran distancia a tal velocidad que el suelo donde se apoyan se rompe, revelando raíces destrozadas de una era lejana, creciendo y nutriéndose por el fragor de la batalla, donde Nebula utiliza su Minigun Extremo después de que el Krammell se alejara en su último choque, liberando así una andanada de ráfagas que llenan todo el campo de visión con su letal luz, capaz de rodear a un enemigo tan escurridizo como Crim, quien mantiene la calma apoyando sus pies firmemente al suelo para crear varios portales pequeños y redirigir las balas hacia las gemas rojas que hace poco dejó suspendidas en el aire.
Nebula gira, salta y se agacha para esquivar los proyectiles, que sin embargo solo se hacen más poderosos a medida que rebotan entre sí o mediante los fragmentos, adquiriendo con cada redirección un tono más rojizo. Por esto, la Saiyajin cambia de planes y comienza a destruir los ataques con la palma de sus manos para absorber un poco de esa energía, hasta dejar solo el más grande, que opuso una resistencia mucho mayor al lograr incluso empujarla y darle la oportunidad a Crim de impactar un golpe en su codo, marcándola con un símbolo brillante antes de que ella pudiera empujarla con el mismo brazo que fue dañado.
Como prueba de sus palabras, las marcas brillantes de sus brazos comienzan a desaparecer lentamente gracias a la función de absorción en sus brazos. No obstante, al comenzar el proceso se da cuenta de algo importante.
El miasma que sale desde el cuerpo de Crim, y que se replica desde las gemas rojas está entrando a través del metal ocasionando pequeñas chispas que la obligan a parar sin haber sido capaz de desaparecerlas.
Molesta, ve al peligris aprovechando la brecha, utilizando cadenas en una de sus piernas para arrebatarle algo de su energía y hacerle perder el equilibrio, aunque esto en realidad provocó que ella lo jalara hacia él para golpearlo en el pecho, a lo que él responde jalando de la cadena y plantando otra marca antes de alejarse con un corte provocado por un movimiento en los dedos de Nebula, completamente repelido por un movimiento igual utilizando las garras, precedido por una especie de pedrusco hecho de fragmentos naranjas reunidos en una esfera similar en tamaño a una pesada pelota de playa.
La Saiyajin logra desviar el denso objeto con un golpe fuerte con sus brazos a altas temperaturas, mandándolo a volar hacia una cadena que lo atrapa y se une a este para utilizar su propia velocidad como un impulso con el que hacerlo girar por el campo de batalla, apuntando a estrellarse contra Nebula. Claro está, que la estrategia orquestada por su rival no iba a quedarse solo con eso; Crim sabe que el fragmento balanceándose por todos lados a su voluntad haría que ella se viera limitada, así que lo redirige como quiera para atacarla con insistencia.
Ruidos parecidos a explosiones secas y ahogadas se expanden cuando los puños metálicos chocan contra esas gemas anaranjadas cubriendo las manos del Krammell, intercambiando el calor hirviente con las marcas que el último deja tras cada ataque a la vez que esquivan, intentan destruir el balance del otro y bloquean los veloces movimientos del otro en un espectáculo imposible de distinguir. Un cataclismo adornado por destellos luminosos, vapor, miasma y gemas flotando en los alrededores.
Una vez más, salta para no ser chocada y es sorprendida por Crim apareciendo desde su propia sombra con una gema roja flotando delante de su palma estirada, de la que sale un rayo potenciado en un fulgor carmesí, desviado por completo con su mano hacia el cielo, donde las nubes se abren tras una explosión. Y así, él desaparece una vez más, dejándola buscando, a la vez que evita la molesta trampa giratoria que se desvía apenas intenta detenerla.
Para reemplazar el brillo rojo que se estuvo apagando desde hace poco, unos fragmentos de color púrpura aparecen desde pequeños portales desde donde cuelgan a través de cadenas, creando un escenario parecido al que uno presenciaría cuando se cuelgan lámparas de vivos colores en medio de la noche oscura. Asimismo, un sentimiento inquietante acompaña la fugaz belleza del ambiente al sumarse un sonido agudo a la luz que se torna mareante.
La voz del Krammell es precedida por un golpe en el codo contrario al que le impactó anteriormente, pero Nebula no pudo percibir ninguna sensación que le dijera su ubicación más allá de su voz, misma que debió hacerle llegar a propósito. Y ante tal impedimento, ella cierra los ojos con una sonrisa de diversión, centrándose en su sesgada percepción del Ki para evitar embestida tras embestida al tiempo que le dispara a las gemas moradas una por una hasta haber disminuido sus números en gran medida y poder notar mejor la presencia de Crim, lo cual dibuja una sonrisa en su rostro.
Nebula se detiene un momento al notar que los movimientos de su contrincante cesaron, tomando aire y abriendo los ojos... Solo para ser sorprendida por algo que está donde debería alzarse la nube; un vórtice de un tono naranja oscuro que salió desde algún portal al lado de Crim.
La masa de energía desciende tragándose escombros y la energía de Nebula por igual. Avanza como una fuerza imparable alimentada del propio poder de la Saiyajin, quien prepara su postura con un brazo extendido para absorber energía solo con la punta de sus humeantes dedos.
Ambas fuerzas de absorción chocan, intentando arrebatar el poder del otro en un duelo desenfrenado, que Nebula comienza a ganar tras poner más empeño en su habilidad al expulsar la energía absorbida desde el otro brazo para crear un flujo capaz de alterar a la nova que se mezcla con su descontrolada aura dorada. Una prueba de que se acostumbra a su cuerpo tras superar cada obstáculo puesto por Crim.
La pelinegra suelta una pequeña risa.
El vórtice flaquea en medio del discurso de Nebula y gira a una velocidad mucho mayor, desestabilizándose en un torbellino que lanza grandes ráfagas de viento de oro a ojos de Crim, quien toma un respiro con el propósito de hacer descansar su agotado cuerpo. Y entonces, se libera un estallido colosal provocando su desaparición del escenario, en el cual se mantiene Nebula con la guardia en alto por las experiencias anteriores.
Otra vez la gema que estuvo girando con un órbita menor se hace presente, con la diferencia de que en esta ocasión se soltó de la cadena para salir disparada a una velocidad increíble, producto de la energía que acumuló absorbiendo los destellos dispersados por el vórtice para convertirse en un nuevo y más grande ataque. Claro está, que este desenlace irrita a la dañada Nebula.
La mujer detiene la roca con ambas manos, liberando otro torrente de energía y calor en anteposición de los movimientos que espera del Lightbringer.
Crim aparece desde el lado contrario de la gema, utilizando su sombra, con sangre brotando desde la nariz.
Una vez el objeto se despedaza, dispara a través de otra gema roja una ráfaga que se interpone a la técnica de Nebula, con el detalle de que con su otra mano abre un portal pequeño como camino para una onda hecha a base de "Ki demoledor": una forma de energía especialmente efectiva contra estructuras, armaduras... Y en este caso, contra el brazo de Nebula, que recibe el impacto al estar ocupada atacando.
Las dos ondas explotan iluminando la noche oscura, sirviendo de camuflaje para el Krammell que se teletransporta arriba de su enemiga con el propósito de lastimarla al realizar de nuevo unos cortes con sus garras. Lastimosamente, la pelinegra da unos pasos rápidos hacia adelante sin demasiada prisa y replica el movimiento formando un corte con su palma en forma de cuchilla. Técnica que es esquivada por Crim al impulsarse en el aire para aterrizar sobre los hombros de Nebula con un pulso de Ki desde los pies, capaz de empujarla pero no de lograr que ella se de la vuelta en el aire y dispare una ráfaga que choca contra la del hombre, quien es mandado al cielo por la brecha de fuerza actual.
Buscando entre las nubes ahora mucho más dispersas se pregunta si otra vez se metió en un espacio separado. Sin embargo, es sorprendida por los mismos misiles que se teletransportan a su alrededor como los lanzados al inicio del combate. No obstante, ella los evita con facilidad aun con sus brazos lastimados.
Con un impulso que limpia la zona de nubes, Nebula se acerca al Krammell siguiendo el miasma que forma un manto del cual apenas se llega a distinguir su silueta y ojos brillantes. Su postura deja en claro que no está en un buen estado, pero se niega a desactivar la transformación por miedo a colapsar ahí mismo.
Crim suspira con pesadez tras ver a la mujer acercarse en el acto a su rostro para destrozarle la cabeza con un solo apretón. Uno que nunca llegó, pues su cuerpo se detiene debido al inmenso dolor que la recorre al acercarse; causado por nada más que las marcas puestas en varias partes, detonando para causarle daños internos y externos por igual. La cantidad de esas runas ha sido tal, que el funcionamiento de las prótesis se ha visto deteriorado al punto en que no pudo concretar lo que quería, o siquiera mover adecuadamente los dedos.
... Y sorprendentemente, Nebula mira a Crim caer en picada como si hubiera perdido la fuerza, cosa que le devuelve la sonrisa mientras se lanza cual bala a él con sus manos extendidas, lista para ahorcarlo empleando cada gramo de fuerza restante. Tanta es la expectativa que sus ojos se tornan turquesas y el brillo dorado a su alrededor se intensifica, sin llegar a mezclarse del todo con su aura blanca.
「 Al mismo tiempo, en tierra firme. 」
Humano y Tsufurujin corren con sudor recorriéndoles por el esfuerzo que significó dirigir a tanta gente. No pueden detenerse ni pararse a hablar, pues la tierra tembló y se agrietó con el retumbar de una colosal explosión en las lejanías, cuyo posible resultado los lleva a volar en aquella lejana dirección como si sus vidas dependieran de ello, rezando porque los Apolojines se mantengan seguros ahora que están a punto de zarpar.
A la vez que avanzan, Blade saca desde uno de sus bolsillos un extraño objeto: el fragmento de gema azulada que Crim le otorgó poco después de que se conocieran. Así confirma la seguridad del Krammell, y le da una idea sobre qué hacer para reagruparse.
Dicho eso, los dos aterrizan en tierra firme y Blade pone la gema sobre un escombro chamuscado. Luego, realiza un corte limpio a esta sin previo aviso, confundiendo mucho a Sugoki.
¿La razón? Allá en el cielo, Crim desciende en impulsándose de su vuelo para evitar ser alcanzado por Nebula mientras pasa en medio de un sinnúmero de ramas perteneciente al inmenso árbol desde brotan todas las raíces que vieron antes. Entonces, cierra los ojos un segundo con la nariz aun sangrando y el miasma ocultándolo su maltrecha figura a simple vista.
Ocultando el portal que cae debajo por orden del Krammell, en espera de sacarlo de allí.
El Lightbringer relaja su mirada y escupe para que la velocidad de Nebula consiga hacer que no pueda evitarlo sin frenar. Mismo punto que la lleva a quedarse a tan solo unos centímetros de poder tomarlo del cuello. Desapareció de la vista y se unió a sus camaradas después de emerger desde la gema ahora dividida.
Iracunda hasta la médula, se impulsa buscando a su esquivo contrincante en cada rincón y escondrijo utilizando su amplia percepción acompañada de la agilidad mental que le ha entregado su concentración en ganar la batalla.
La Saiyajin aterriza en el suelo de la planicie, cercana a la playa, formando un cráter debido a la impresionante velocidad con la que voló hacia allí, levantando mucho polvo en el proceso. A unos cuantos metros, alcanza a ver a Blade, parado frente a un gran muro de fuego y empuñando su larga espada. Su pose de combate parecía tener la intención de provocarla.
Nebula comienza a calentar sus brazos a una alta temperatura, mientras respira enfurecida. Sus dedos tiemblan erráticamente mientras sueltan chispas, sus dientes rechinan por la incomodidad de su malfuncionamiento.
Antes de siquiera dar un paso hacia adelante, el humano es alcanzado por un golpe calcinador a su hombro izquierdo, ante el cual reacciona con una expresión de dolor y un quejido.
Las llamas blancas que emanaban de su aura atrapan la mano de Nebula, revelando haber hecho contacto con ella al detener el ataque previamente. Blade prueba a hacer un corte, el cual es detenido por la otra mano de metal.
La ardiente pared que se alzaba detrás de ellos es atraída hacia el humano por su propia voluntad, deshaciéndose en estelas de fuego que los envuelven en un torbellino, levantándolos en el aire. Al separarse del fuego dispersado, un Sugoki montando la armadura de Bamber revela su presencia en el lugar, disparando varios misiles hacia la Saiyajin desde la espalda del traje.
Nebula destruye la mayoría de proyectiles disparando ondas de Ki. A través de la nube de humo generada, Blade aparece empuñando su hoja con ambas manos, dirigiendo un corte descendiente a gran velocidad.
La Saiyajin atrapa el arma con una mano, igual que antes, pero el avance no se detiene. Blade continúa impulsándose, soltando una mano para disparar un Lanzallamas a su espalda, sirviendo de propulsor. Con este movimiento, mantiene el empuje hasta enterrarlos a ambos en el suelo.
Un puñetazo bien propinado al rostro y una patada a las costillas levantan a Blade y lo envían lejos. Tras esto, Nebula se levanta, sacándose un poco de suciedad de encima con un fuerte soplido. Al ponerse de pie, carga una poderosa descarga de Ki en una de sus manos, dispuesta a dispararla hacia el humano tendido en el suelo.
Su brazo se ve detenido por cadenas invisibles, antes de poder abrir su mano para dejar salir la energía. La armadura de Bamber abre una compuerta de la cual sale un cañón montado de gran tamaño, que empieza a cargarse al compactar partículas subatómicas.
El Tsufurujin se queda sin palabras, bajando la mirada para ver sus manos temblando con indecisión sobre los controles de su traje. En su interior, maldecía una y otra vez su debilidad y miedo.
Tosiendo un poco de sangre antes de poder hablar, Blade se esfuerza por levantarse, apoyándose sobre un brazo, y mirando hacia Sugoki con una sonrisa adolorida.
Nebula patea al humano con un puntapié al pecho, para hundirlo de nuevo en la tierra al golpear su espalda con el reverso de su mano metálica.
Sugoki da la orden al presionar un botón, y el cañón montado de la espalda de Bamber dispara su inmenso rayo de hadrones. La luz cegadora baña el campo, Nebula recibe el disparo colocando ambas manos frente a ella, resistiéndolo. El daño no llega a ser mucho, pero sus manos empiezan a temblar, y se ve empujada varios metros hacia atrás, dejando salir un grito sofocado por la presión.
Blade se levanta del suelo, después de que el rayo le pasara cerca. Mientras su visión se normaliza, le dedica un tembloroso pulgar arriba a Sugoki. Su débil sonrisa se torna en una expresión de preocupación a los pocos segundos, al ver que Nebula sigue con vida.
El joven inventor tenía dificultad en encontrar las palabras. Su corazón seguía latiendo cada vez más rápido, mientras veía los bajos niveles de energía que restaban en las reservas de Bamber. Repasaba en su mente una y otra vez las herramientas de las que todavía disponía en esta situación. Sabiendo que el aturdimiento infligido sobre la Saiyajin no duraría mucho más, decidió apostarlo todo en su último as bajo la manga.
Un Blade aún expectante por una respuesta es sorprendido cuando los propulsores de Bamber se reactivan a toda potencia. Sugoki pisa a fondo y la mole metálica sale disparada hacia Nebula, que de a poco regresaba a sus sentidos.
Su grito es interrumpido por el Metalman que la atrapa entre sus brazos, mientras continúa su trayecto hacia el mar sin desacelerar ni un segundo.
Nebula forcejea, intentando liberarse del apretón y retorciéndose para soltarse. Sugoki previene esto, aumentando la fuerza mecánica hasta el máximo. La Saiyajin se harta y carga Ki para liberar una onda expansiva que los separaría, pero Bamber expulsa un pulso eléctrico que la paraliza momentáneamente e interrumpe su flujo de energía, el cual empieza a ser absorbido por la máquina armada a través de sus manos.
El Tsufurujin se contiene cualquier impulso de responder. Mantener el control en las palancas, presionar los botones necesarios y analizar la información transmitida a través de las pantallas interiores ya ocupaba toda su atención. Mientras tanto, Nebula levantaba sus dos piernas, apoyándolas sobre Bamber para hacer empuje y resistirse más al agarre.
Sugoki introduce unos comandos en la computadora que hacen levantar la tapa de cristal sobre un gran botón rojo oculto bajo el panel de control interno de Bamber. Reúne toda su fuerza en su puño derecho y aplasta el botón, con sus ojos cerrados, esperando lo mejor.
El cuerpo de Bamber comienza a brillar, mientras Blade observa desde la playa.
El Tsufurujin espera unos segundos, pero nada ocurre. Vuelve a apretar repetidamente el botón, golpeándolo con frustración al sentir que Bamber tiembla por el esfuerzo de la pelinegra.
En la lejanía, las naves por fin comenzaron a ascender lentamente para preparar el rápido e inminente despegue. Inconscientes del hecho de que Nebula cede algo de territorio al gigante de metal a cambio de estirar con gran esfuerzo los dedos de una mano para apuntarlos, llena de malicia.
Bamber la empuja un poco más, provocando que el metal de los dañados brazos de Nebula hagan ruidos por el esfuerzo que están haciendo junto a su portador, quien gruñe y respira agitada con sus pupilas achicándose.
Durante este intercambio activó su Holobyl e intentó otras cosas para detenerla de hacer una locura, pero nada pudo evitar que la Saiyajin dispare un cañón de energía desde su dedo en dirección a las naves.
El grupo de Apolojines miran con terror la peligrosa luz que se acerca hacia ellos mientras el mundo se cae a pedazos. Bebes lloran desde hace rato, algunos intentan calmar la situación, y otros se sumen en la tristeza, siendo el patriarca la única persona tan indiferente en cualquiera de las varias naves como para poder tomar un comunicador para hablar con cada uno de los suyos utilizando un tono solemne y menos pausado de lo que hayan escuchado por su parte alguna vez, dejándolos a todos anonadados.
Con un bufido, el patriarca abre más los ojos y mira a su gente, orgulloso.
Por otra parte, Blade y Crim miran el ataque con preocupación en el momento que entra dentro del campo de visión. Saben que de impactar, es posible que todas las naves sean destruidas al instante y sus esfuerzos se echen a perder.
Crim retrasa un poco la apertura del portal para impulsar al humano usando sus manos de apoyo en conjunto a un pulso de Ki, haciéndolo saltar a gran velocidad como un meteorito ardiente entrando en la atmósfera mientras sostiene la nodachi cubierta de llamas blancas.
Un gran corte es liberado desde el arma para suprimir el peligro con las energías que le quedan... Sin embargo, no es suficiente; la técnica solo roza con el objetivo y ralentiza ligeramente su trayectoria, pero no evita que logre chocar contra los silenciosos Apolojines. Los miembros de una raza que a pesar del sufrimiento vivido por años, se mantienen firmes al ver un inminente final y envían un claro mensaje a través de los comunicadores de todas las naves.
Después de que la poderosa voz del patriarca se hiciera a escuchar, la técnica se expandió en una inmensa nova de energía brillante, cuyo ruido intenso y característico se expande a cada rincón de la tierra.
Blade aterriza sobre el suelo, poniéndose en guardia para evitar que su compañero sea dañado ahora que está debilitado y sabe que Nebula podría repetirlo. Una mirada de enojo es visible en ambos, pero están demasiado debilitados para luchar sin ser estorbos, más después del intento anterior que les consumió más fuerzas.
Sugoki colapsa momentáneamente con sus manos sobre los controles de Bamber, aún dando golpes débiles. Un par de lágrimas se derraman entre sus ojos por el pensamiento de que no podrá cumplir con el último deseo de su amigo el patriarca ahora que su situación parece ir a peor y Nebula parece estar poniendo más esfuerzo.
Sus hombros tiemblan al escuchar las palabras de Nebula. Después de todo, aun habiendo luchado contra dos personas poderosas sigue en pie, aguantando el dolor y hablando como si nada estuviera pasando mientras sus ojos brillan en un perturbador turquesa, anteponiéndose a Bamber a tan solo centímetros de entrar al agua. Entiende que sus compañeros no están en posición de ayudarlo en esta situación, menos estando tan cerca de ella.
Más lágrimas salen a cántaros de sus ojos enrojecidos, pero pronto reafirma su determinación con un rostro serio.
Forzando su mente al máximo, el pelimarrón activa varias funciones en Bamber y utiliza todo a su disposición para sobrecargarlo en el poco tiempo que le queda, logrando sumergir un poco el cuerpo de su rival dentro del agua.
Así, el chico es expulsado del traje a gran velocidad, aún apretando los ojos por el dolor que significa dejar a su eterno compañero a punto de auto-destruirse con un brillo cegador. Acción que, extrañamente, levanta una sonrisa en el enemigo.
Los cabellos de Nebula se erizan un poco después de soltar esa frase con ira reprimida, y el aura que la cubre explota en un mar de energía, haciendo que la tierra ruja, se agriete y las raíces crezcan desorbitadamente en respuesta. El fin del planeta se acerca, sepultando tanto las ruinas de aquella antigua civilización como la de sus nuevos habitantes en los ríos desbordados y flujos de lava con humo mezclándose entre las pocas nubes restantes en el estrellado cielo nocturno.
Crim, que ya terminó de formar un portal hacia la burbuja de Chronoa, lanza unas cadenas con su poca fuerza restante para atrapar a un Sugoki apenas consciente en medio del aire después de haber recibido el potente choque de la onda expansiva provocada por Bamber, y jalarlo a donde están ellos hasta ser atrapado por Blade, que cae al suelo debido a la debilidad que tiene en sus piernas actualmente.
Un estallido de agua salada y vapor caliente sale desde la orilla del mar, revelando la oscurecida figura de Nebula con su armadura rota, un brazo colgando y su cabello mojado, apenas dejando entrever un solo ojo lleno de hostilidad más allá de la que ha mostrado en cualquier punto anterior de la pelea. Un aspecto aterrador a la vista que se potencia por su aura dorada cada vez más intensa y los temblores a su alrededor, que profetizan la caída de Apolo.
Su mirada se levanta con una sonrisa desafiante, cubierta por el vapor del agua hirviendo en sus propios brazos rodeados por hilos negros, mientras se acerca como una bestia buscando a su presa después de pasar hambre.
Eso fue lo último que vio Crim, el último en atravesar la puerta con la poca fuerza que le queda y su visión lo suficientemente nublada como para no darse cuenta de que el objetivo principal de Nebula no era acercarse a ellos en el último momento. Solo estaban en su camino...
「 En la burbuja de Chronoa. 」
Blade aparece desde el portal con Sugoki a la espalda y Crim apoyándose en él para poder caminar sin tambalearse demasiado.
El Lightbringer dirige la mirada hacia los rasguños de Chronoa y el brazo vendado de Ánima, quien se sienta a la sombra del techo puesto sobre una mesa para tomar el té, con una bebida en su mano sana y lentes para evitar mirar el sol de la cúpula. Evidentemente estuvieron combatiendo hace no mucho a pesar del comportamiento relajado de la segunda, pero la Kaioshin se muestra orgullosa mientras cura un poco las heridas de ambos.
Chronoa suspira por sus dos aliados, que se mantienen sentados recibiendo el tratamiento en lo que Sugoki se aleja para mirar el cielo con melancolía.
La burbuja se queda únicamente con el sonido del viento y los pocos árboles que tiene meciéndose. Aunque pronto Chronoa lo corta exhalando con una sonrisa.
Crim se limpia la sangre debajo de su nariz antes de seguir hablando. Sin embargo, Sugoki se adelanta y presiona a Chronoa con lágrimas en los ojos.
Todos miran al chico simultáneamente, con claros signos de que saben exactamente lo que debió pasar, pero intentan buscar la manera de decírselo ya que parece no querer aceptarlo. A esto, Chronoa abre un pergamino para enseñárselo al trío de hombres, revelando una imagen desalentadora: el planeta donde hasta hace poco estuvieron peleando hecho pedazos; con restos de tierra y un pedazo de tronco flotando a la deriva del espacio.
Sugoki se tambalea hacia atrás y cae al suelo, encogiéndose al punto en que parece haber perdido toda presencia o voluntad, cosa que pinta en Blade una expresión complicada, mientras que Crim se acomoda el cabello sudado que está cubriendo sus ojos. Por el brillo, los otros pueden notar por los ojos multicolor que sigue con su transformación activa para evitar que la adrenalina en su cuerpo baje y se desmaye del cansancio.
El humano cierra los ojos con un suspiro al notar que todo su esfuerzo aun no es suficiente, pero luego sonríe al pensar en que podrá entrenar de verdad con su compañero en vez de ser entrenado por él, si se da la oportunidad.
Dicho eso, el Krammell se levanta con la respiración agitada y los ojos nublados para moverse en dirección a Sugoki.
La Kaioshin sonríe como si acabara de descubrir algo y asiente confiada de lo que vio.
Crim extiende la mano en dirección del sorprendido pelimarrón, quien observa al sonriente Blade y luego se levanta con la ayuda del Lightbringer.
Blade extiende el pulgar desde atrás y ve como al segundo siguiente su amigo colapsa encima de Sugoki ahora que la conversación ha concluido. De un momento para otro, se invirtió quien ayudaba al otro.
Con una risa sonora, el peliblanco se desmaya en seco gracias al cansancio acumulado, dejando al resto anonadados.
「 En Apolo... 」Durante la tranquila conversación que mantienen en la cúpula creada por Chronoa, la situación en Apolo es mucho más caótica y acalorada.
Nebula se detiene un momento a contemplar el gran árbol que está reviviendo en la cima de un mundo que está cayendo. Posteriormente, vuela como un cometa blanco y dorado hacia las ramas expandiéndose a través del colosal tronco, mientras intenta mantener un sentimiento dentro de sí misma: el poder fluyente que atraviesa sus venas de Saiyajin.
La mujer salta, vuela y corre en la estructura del árbol que se inclina de a poco sin parar a pensar en nada más que su objetivo. Lo único que logra moverla es eso y la energía creciente que percibe resonando en el interior de su alma, dándole el poder para destruir los fragmentos de corteza y anteponerse al feroz viento del planeta.
Tomando impulso de una rama, salta mientras el árbol se cae debido a las explosiones de lava que destruyeron la base y salpican en zonas cercanas a la ubicación de Nebula. Pero nada de eso pudo evitar que tomara dos frutos extraños en poco tiempo y se elevara hasta la estratósfera con una sonrisa, ignorando la pronta explosión del planeta que sumerge el espacio en estruendos y luces más allá de la imaginación.
Dos figuras aparecieron cuando todo estaba a punto de acabar, alejando a Nebula del área cubierta por el estallido y protegiéndola tanto de la onda expansiva como del ahogamiento por falta de oxígeno. Una es un demonio parecido a Ánima y el otro es un viejo Yardratiano que se sienta en el vacío con su bastón, siendo el encargado de levantar la barrera.
La única que se mantiene en pie tras aquella brutal batalla es la Saiyajin con una sonrisa despiadada impropia de su rostro, brillando con la luz dorada de lo que para ella es una victoria, pues su cabello se ha terminado de levantar con un color amarillo y el poder indescriptible sacia una vez más el hambre que tenía. Satisfacción es visible en su rostro mientras levanta dos frutas con una mano, tapando el sitio donde alguna vez existió un planeta próspero.
Nebula toma aire moviendo su expresión de feliz a neutra y de neutra a severa.
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