Dragon Ball Fanon Wiki
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Sveglia
Sveglia
Apodo Ninguno
Sexo Asexuado
Raza Espíritu
Creador
  • Aleksai Sagir-Lazzuli
    (Creador)
  • Rayuke
    (Dueño compartido)
  • Debut Próximamente...
    Series donde aparece Dragon Ball Fanon
    Estado Vivo

    Sveglia es un ente antagónico creado por el usuario Aleksai Sagir-Lazzuli. Era un personaje independiente creado con el fin de participar en el 2do Torneo Fanon del Poder, posteriormente se unió a la serie Dragon Ball Fanon.

    Apariencia[]

    Como ente, no tiene forma material. Es más bien un cuerpo intangible, como si fuese niebla. Porta un tridente y su "corona" de color rojo que lo resalta como el alto mando de la orden demoníaca.

    Personalidad[]

    Como humano[]

    No se sabe con exactitud, pero por lo que se ha visto, es ambicioso y egoísta. Al punto de no sentirse afectado por utilizar demonios para cumplir sus más oscuros deseos. También se ve como alguien que se preocupa por su pueblo; al punto de sacrificar su alma por el mismo y al final terminar siendo engañado.

    Como demonio[]

    Sin sus recuerdos[]

    Sveglia no posee ningún atisbo de su vida pasada. Es un juez y un verdugo. Frío, implacable y severo con los pecadores. Al no tener ninguna característica humana, es incapaz de sentir pena o remordimiento alguno por las vidas que toma o los castigos a los que somete a las almas impuras. Cuando es invocado al plano terrenal, tantos pecados materializados, terminan por causar una especie de éxtasis en su mente que conlleva a una sed de sangre y de masacre; asesinando sin problemas a cualquier ser vivo que se le cruce en el camino.

    Al recuperar sus recuerdos[]

    Cuando el rey demonio le devuelve sus recuerdos, se ve alguien arrepentido y consumido por su ira. Quiere volver a como dé lugar a su vida. Llegando a intentar cosas imposibles, algo tan descabellado como querer matar a un inmortal. Aunque esta misma confusión de sentimientos hace del nuevo Sveglia alguien fácil de manipular y convencer; como hace el rey demonio, demostrando que no aprende de sus errores. Metiéndolo en un callejón sin salida, del que él espera con ansias salir. Una lástima que no sabe lo que le depara.

    Historia[]

    Origen real[]

    Se narra sobre un hombre que su nombre ha quedado en el olvido, un codicioso estratega y general de guerra. Quien salvó a su nación en guerras imposibles de ganar. Se decía que él estaba iluminado por los dioses, que poseía ayuda divina. Y tan errado no estaba. Poseía ayuda, pero no era precisamente de seres celestiales.

    Hacía tratos con demonios, cada vez de un mayor rango, y poco a poco se llevaban su humanidad. Sin embargo, él todavía mantenía su sentimiento; él quería que su pueblo se mantenga a través de los siglos. Tuvieron miles de conquistas, tanto en campo extranjero como en el propio; su nombre fue aclamado en todo el continente, en todos los oceános; coreaban su nombre.

    Pensaba que era el mejor, el más grande de todos. Pero no podía estar más equivocados, habían otras naciones que suponían una enorme amenaza para su hogar. Y la voz corría, no tardarían en venir.

    Entonces, un demonio aprovechó para tener una conversación con él.

    —¿Qué tal, general?— sonreía con malicia a través del espejo donde estaba cautivo. El susodicho no respondió—, sé cómo te sientes. Fuerzas extrañas avanzan, y son muy fuertes. Algo que podría arreglar tranquilamente el mejor general de la historia; la estrategia le gana a cualquier cosa, ¿no?— sin embargo, seguía sin verlo. El demonio sonrió— ¿Quieres ver qué pasará si todo sigue tal y como quieres?

    En el espejo empezó a deformarse la imagen. Se veían los hogares en llamas, el humo negro subía poco a poco y manchaba de un completo negro una noche que ya se hallaba manchada de sangre. Se horrorizó, sintió cómo un escalofrío recorrió toda su espalda y tembló. Él, el mejor general de todos, iba a perder.

    —Hemos hecho muchos tratos. Las almas de los caídos en guerra que recibimos son una enorme alegría para nosotros; esto me ha hecho más fuerte. Y por eso mismo, estoy en la posición de ayudarte. Te propongo un trato, esta guerra la ganarás y pasarás a ser el general más grande de la historia, nadie olvidará tu nombre...— hizo una pausa, mientras el humano con esperanza— sin embargo, cuando caigas en alguna batalla que libres, tu alma será mía por toda la eternidad. ¿Qué dices?

    Una mano salió del espejo, una mano negra y escamosa. Sveglia la estrechó, y al momento de tocar al demonio, sintió un corte en su palma. Su sangre había tocado la piel del demonio.

    —Un pacto de sangre. Nadie puede romperlo— sonreía.

    Y así llegó el día de la batalla. En una cruenta batalla donde ejércitos bárbaros terminaron por caer, en plena retirada y entre toda la multitud, el general enemigo estaba en un combate contra Sveglia. Ambos poseían cortes, hace rato que habían perdido el armadura. Y apenas quedaban soldados en pie.

    Sveglia se lanzó, al igual que su rival. Ambos terminaron con un grueso corte en el pecho, y ambos cayeron al suelo. Él se estaba ahogando con su sangre, apenas podía hablar, y sus ojos se estaban empapando con las gotas rojizas que caían de su sien. Y entre tanto caos, una figura empezó a hablarle.

    —Bueno, ganaste la batalla y no te olvidarán. Pero cuando murieras tu alma sería mía... Así que es hora de reclamar mi parte del trato... Sveglia— y todo se sumió en oscuridad.

    Leyenda[]

    Donde los pájaros ya no cantan, las estrellas ya no brillan. Todos terminan ahí, aunque nadie lo sepa. Y los que sospechan simplemente se limitan a negarlo. Sveglia es un ente, un guardián principalmente, de una de las tantas puertas del inframundo.

    Merodea por los pasillos del más allá mientras instiga a las diferentes almas impuras que ponen un pie en el fin.

    Conoce el infierno como la palma de su mano, los nueve círculos. Y ha torturado a todos y cada uno de los llegados. Arrastra cadenas por los suelos oscuros, caídos y demonios temen este ruido que lo caracteriza; saben que nada bueno pasará cuando él es enviado.

    Todo empezó como una pobre alma que hizo un trato con un demonio. A pesar de las múltiples advertencias de todo el mundo; sabía lo que le iba a pasar, y sin embargo siguió sin problemas.

    Entrelazaron sus manos para terminar el acuerdo. Es lo único que se conoce de Sveglia. Su leyenda pasa de boca en boca, y cada vez se bifurca más. Pero todas empezaban igual, un humano cobarde y rastrero que por su falta de coraje cayó en manos malévolas.

    Y no podría parecer más distante ese inicio de lo que es ahora. Un ser que abandonó cualquier vestigio de su humanidad, limitándose a ser pura energía oscura. Cambia su forma a través de las generaciones. Paredes talladas oran hacia él. Símbolos extraños, palabras aún más extrañas, que lograron traducir, recitaba algo similar a esto.

    "Aquel que por vivir en la noche, apagó el día. El alma que traicionó a la humanidad..." aunque no se pudo traducir más, puesto que manchas de sangre tapaban el resto del escrito.

    A lo largo de las generaciones se han creado cultos relacionados a este ser. Las malas lenguas decían que su invocación traería el fin del mundo, por eso se tomó como un delito cualquier cosa relacionada a Sveglia. Sin embargo, entre las sombras solamente afloraba más y más la idolatría que tenían hacia el monstruo.

    Sus seguidores lo llamaban el ángel de la muerte, pero no podía estar más lejos de ser uno de ellos. Sí, representaba la masacre, y terreno que pisaba terminaba manchado de sangre. Atrae a la desgracia, es el verdadero causante de la historia negra del mundo. Estuvo presente en todas las guerras, la muerte lo llama y aclama por su nombre.

    Nueve escalones[]

    Luego de poseer el puesto de heraldo del infierno, Sveglia, sin mantener recuerdo alguno de su etapa de mortalidad, o eso creía. En el infierno el ente sentía distintos ruidos de espadas, gritos de guerra, llantos de agonía en cada rincón de su mente.

    Él se preguntaba qué hacían esas cosas ahí, después de todo no era capaz de sentir o algo parecido. Se cruzó con diferentes personas en el infierno, tantas que ningún ser vivo (o muerto) sería capaz de recordarlas. Sin embargo, un grupo de personas en particular resaltaron entre la muchedumbre;

    Ahí estaba, su antigua corte. O lo que parecía ser su antigua corte. Claro que él no lo sabía. Sin embargo, los integrantes de la misma sí. Lo miraron con extrañeza, como si estuviera ahí, pero a la vez no; y no se equivocaban mucho.

    Su alma estaba ahí, pero no. Su memoria estaba ahí, pero no. Su antiguo general estaba ahí, pero no.

    Sveglia también los miró, sintieron un escalofrío cuando el espíritu los recorrió de pies a cabeza.

    "¿Eres tú?" se susurraba entre las paredes del inframundo.

    "Soy el heraldo del infierno", sonaba a modo de respuesta a estas temerosas voces que se hospedaban ahí.

    Sin embargo, dentro de Sveglia había algo extraño. Su mente daba vueltas, estaba mostrando atisbos de humanidad, y no tardó en notar esto su "jefe".

    —¿Qué soy?— preguntó Sveglia.

    —Ya te lo he dicho, eres el heral-

    —¿¡Qué soy!?— una voz triple resonó en toda la sala. El rey demonio sonrió.

    —Un humano que hizo un trato— Sveglia sintió por primera vez algo, miedo, sorpresa, ira. Tantas sensaciones mezcladas que se ensimismaban una con la otra hasta generar un bochorno de sentimientos.

    Por la cabeza de Sveglia pasaron mil imágenes, sus batallas, sus compañeros, su familia, el trato con el rey.

    El susodicho, tuvo una maravillosa idea. Usar un hechizo endeble en algo como Sveglia era increíblemente estúpido, sin duda. Pero él no había fracasado, sabía lo que se venía. Iba a manipular, a probar las verdaderas habilidades de su supuesto heraldo.

    —Sé lo que piensas, quieres ser humano, lo entiendo. Pero sabes que hicimos un trato, no te puedo dejar ir así como así— empezó a reír—. Sin embargo, hay una cosa que puedes intentar...— una lista cayó, tenía nueve nombres en una lista. Uno por cada círculo del infierno—, si me traes a los sujetos que están aquí, te dejaré ir. Palabra de demonio— Sveglia tomó la lista sin pensarlo, y salió de la sala. Sin embargo...

    El rey demonio estaba cruzando los dedos.

    Noveno círculo: primer escalón[]

    El primer párrafo de la lista citaba esto:

    "La traición; la naturaleza humana. Así la llaman los demonios, y todos los que tengan suficiente conocimiento sobre la sociedad.

    ¿Sabes? Hay muchos traidores en el mundo, todos son horrendos. Y la venganza no está lejos, nunca lo está.

    Los que osaron en fallar a gente que confió en ella, sin duda merecen lo peor. Recordemos que los traidores están peor vistos que los asesinos en el infierno. Aunque, si lo pensamos bien, todos somos traidores. Tú traicionaste a la vida para entrar aquí. A tus amigos, a tu familia; claro, estabas dispuesto a dejar todo por ellos, pero hacer cosas a sus espaldas... Bueno, ya sabes por dónde van las cosas.

    Tu primer trabajo, no sencillo. Además de que serán muchos y cada uno peor que el anterior. Algo así como lo que le pasó a un viejo amigo mío, Heracles, le llamaban. Tuvo que cumplir una larga serie de trabajos. Algo muy parecido a tu situación, la verdad. Claro que este tipo era un héroe y fue recibido, tratado y mencionado como tal. Tú... Bueno, eres alguien que hizo un trato con un demonio.

    En fin, ese no es el punto.

    Sabes, tú tienes la particularidad de que en algún momento haz hecho cada maldito requisito para entrar en cada círculo. Considera esto como tu penitencia, y una vez que la termines, podrás irte.

    Como dije antes, tú eres un traidor, y mereces ser tratado como tal."

    Cuando terminó de leer esto, sintió cómo lo arrastraban hasta el fondo del infierno. Escuchaba mil gritos desgarradores, el ruido de grilletes arrastrarse por el suelo, acompañado de incluso más lamentos. Su cuerpo chocó contra un gélido suelo de hielo. Se empezó a levantar, hasta que se topó con un rostro, o más bien tres. Una roja, una negra y otra amarilla.

    Lo miraba fijamente, con desprecio. Como si todo el odio de la humanidad se acumulara en una persona.

    —¿Ah? ¿Así que eres otro imbécil más?— hablaba con una voz que hacía eco hasta en el cielo.

    Sveglia se levantó, y estaba dispuesto a atacar.

    —No intentaría eso— el sujeto de tres cabezas alzó de su espalda, dos alas. Y empezó a aletear, sin embargo no remontaba el vuelo. Estaba congelado hasta la cintura, el hielo que parecía que se rompería en cualquier momento; nunca lo hacía. Y probablemente nunca lo hará.

    Dejando al heraldo del infierno en el suelo. Era irónico que él terminara así, como si no fuera todos los que él debía castigar.

    Poco a poco, el cuerpo de Sveglia empezó a taparse de hielo. Mientras una voz resonaba en su cabeza.

    —Ssabes donde estás? En el noveno círculo, y el mismo que está en frente tuyo es de los más grandes traidores que jamás han existido. El mismo Lucifer. Sí... Mucho tiempo aquí lo ha vuelto amargado, ya sabes, la eternidad no le sienta bien a nadie. Una lástima que haya vida después de la muerte; bueno, lástima para personas como él. Como tú. No como yo, yo lo disfruto— una carcajada hacía eco en su mente—. En fin, ¿te has encontrado con un terrible destino, verdad?

    Y todo se volvió negro para él.

    Octavo círculo: segundo escalón[]

    Cuando despertó, se hallaba encima del hielo, su cuerpo había dejado de ser etéreo. Y había perdido sus poderes. En el hielo se veía reflejada una persona, sin rostro, aparentemente. Como si ya no fuera nadie.

    Mientras una nota, al igual que la anterior:

    "El fraude; la traición pero suavizada. ¿Sabes qué es casi tan malo como fallarle a la confianza de alguien? No ser digna de ella.

    Ya sabes, estafadores, gente que tomó nombre de divinidades solamente para ser alguien, falsos y demás.

    La mentira. Todos mienten, travesuras, beneficio propio, incluso para traicionar. Ya sabes, reacción en cadena, efecto dominó. Y tú te hiciste un nombre a base de tratos; a base de abandonar tu humanidad. ¿Repugnante, verdad?

    Te hiciste llamar el invicto, te atribuiste facultades que no tenías; tú lo sabías. No eres más que eso, un fraude.

    El segundo trabajo, de todas formas, no es tan malo como el anterior. Recuerda que empezaste en el centro del infierno por algo. Empezamos fuerte, y terminaremos fuerte. Así que guarda fuerzas para el gran final.

    Hasta entonces, disfruta la segunda etapa de la penitencia, hipócrita."

    Una vez más, garras lo arrastraron, pero esta vez hacia arriba. Pasó por la puerta del noveno círculo, donde miles de gigantes abolieron su cuerpo. Una lástima que no sienta dolor; seguramente ese no era el fin de sus golpes. Pero sí eran una molestia. Vaya, había pensado en todo.

    Fue como una montaña rusa, iba hacia todos lados. Fue azotado por demonios, que dejaban marcas en el cuerpo vacío que poseía, su espalda estaba brillante de tanto ardor. Muchas manos pasaban por encima de su cuerpo, como si lo quisieran arrastrar más profundo de lo que ya estaba. Muchas de estas personas tenían el rostro dado vuelta; y uno le gritaba.

    —¡Veo tu futuro! ¡El escritor eterno será tu mayor pesadilla!— sin embargo, luego de decir esto, su alma dejó de existir.

    —Ups...— se escuchó un susurro entre las paredes.

    Dejando esto de lado, diferentes rostros se clavaban en Sveglia mientras era arrastrado por el octavo círculo. Gente manchada de brea hirviente, que llenaba el cuerpo del ex-ente con la misma; algunos rodeados de serpientes, azules de la asfixia e incapaces de morir; otros que intentaban hablarle, pero sus palabras se perdían entre tantos murmullos, como si el mundo no quisiera oírlos.

    Pero cayó al suelo, otra vez.

    —Nunca tienen suficiente— y todo se volvió negro, también otra vez.

    Séptimo círculo: tercer escalón[]

    Cuando se despertó, entre rocas había otra nota. Intentó ignorarla, se levantó cómo pudo y empezó a subir, escalaba por los bordes del abismo. La tierra era fría, sus manos estaban manchadas de barro.

    —¿Así que eres rebelde, eh?— una sonrisa terminó esta frase. Y el borde que estaba escalando empezó a desmoronarse, se agrietó, mostrando en el fondo, de nuevo, el mar congelado donde estaba un viejo conocido para Sveglia—, bueno, ese es tu círculo por excelencia. Así que...

    Una nota empezó a revolotear hasta llegar al alcance de la mano del ex-general. Este la agarró sin pensar.

    —Bien, quieres cooperar, me alegro— cuando se quiso dar cuenta, todo había vuelto a la normalidad. Abrió el papel casi temblando, y leyó temeroso de lo que iba a ocurrir.

    "Bueno, este círculo hubiera sido el ideal para ti. De no ser por... hacer tratos con demonios traicionando a la humanidad, cosas de todos los días. Bueno, el verdadero asunto es...

    Aquí es donde castigan a los violentos, la bestialidad más salvaje y pura. Cuestión de instintos. De principios, ya sabes.

    La guerra, el asesinato en masa, sinónimos. Que marcan la historia de la humanidad, ¿sabes hace cuánto moriste? Yo no lo recuerdo, pero las batallas que libraste, y dalo por hecho, no fueron las primeras; no fueron las últimas; y mucho menos fueron las mejores. El cliché en todos los sentidos habidos y por haber escriben en tinta roja, mejor llamada sangre, lo que mejor se le dio a la humanidad por hacer con sus vidas; terminarlas. Dulce y cruel ironía.

    Recuerdas cuando te dije que la traición estaba peor vista que el asesinato, pues sí, es cierto. ¿Pero quiere decir que sea menos grave? Eso ya es otra cosa...

    Ah, relacionado al oráculo que te dijo tu futuro..."

    Sin embargo no llegó a terminar de leer la nota, una lluvia de fuego había quemado por completo el papel. Sveglia empezó a correr, cuando unos centauros lo empujaron hacia un río de sangre caliente.

    —Ah sí, me faltó decirte. Hay muchos guardianes en este lugar; los centauros son buena compañía, en especial cuando están bajo las órdenes de...

    El suelo empezaba a temblar, mientras poco a poco toda la vista de Sveglia se volvía roja al ser arrastrado hacia lo más profundo del río de sangre a manos de diferentes homicidas. Una pezuña atravesó todos los cuerpos y tomó a Sveglia, como si no fuera nada.

    Un minotauro— al decir esto, el monstruo rugió con fuerza frente al sujeto que supuestamente había salvado.

    Terminó por dejarlo entre unos árboles, sintió el aire puro y fresco que hace tiempo no había respirado. Se alegró, quizás todo había terminado.

    O eso pensó hasta que unas zarpas de harpía atravesaron la madera de roble donde se había recostado.

    —Suicidas, cómo los odio— hablaba el jefe del infierno—, pero odio más a aquellos que hacen tratos con demonios.

    Una harpía tomó por los hombros a Sveglia, mientras él luchaba con gran fuerza y la misma no se inmutaba, en su pico tenía un pergamino enrollado, que ya conocía bastante bien. Al tomarlo, la mujer alada no opuso resistencia. Sin embargo, no era el momento de abrirlo.

    Dejó caer a su cautivo en una ciudad, o lo que parecía ser una.

    Sexto círculo: cuarto escalón[]

    Mientras entraba por el arco que enunciaba "Ciudad de Dite". Empezó a abrir el pergamino.

    "La herejía, otro pecado, ¿qué es peor que traicionar, mentir y asesinar? Faltar el respeto a lo divino. ¡Y lo hiciste! Vaya sorpresa.

    Sabes, desafiar a tus superiores de esa manera no te hace rebelde, para nada. De hecho te hizo ganar este asiento de primera fila en mi humilde morada. No te preocupes, estamos en proceso de reconstrucción para que se sientan cómodos.

    Jamás entendí ese afán de los humanos por intentar minimizar a lo divino, sabes. Bueno, escapan a mi conocimento la mayoría de los pecados que ustedes hacen. Sin embargo, aprovecho esto para... sacar ventaja de ustedes. Desafiaste a los dioses porque yo lo provoqué, sí. ¿Yo soy el culpable? Bueno, eso es algo bastante subjetivo. En primer lugar, la opción de elegir siempre fue tuya. Tú podías decirme que no y yo me iría por donde vine... O quizás no. Como aceptaste nunca lo sabremos.

    De todas formas, eso no es lo importante. Conocerás a espíritus de venganza, porque siempre hay consecuencias contra los dioses."

    —¿Quién es el nuevo visitante que ha osado perpetrar nuestro hogar?— se miró con otros dos seres.

    —Es el heraldo del infierno, ¿qué te trae por aquí? ¿Al fin viniste a saldar tus pecados?— se acercó peligrosamente al rostro de Sveglia el segundo.

    —¡Con que diste la cara! Tanto tiempo detrás de un fantasma bastante anticuado no te sentaba bien pero... ¿dónde se supone que tienes tu rostro? ¿A dónde voy a mirar a la persona que estoy a punto de castigar?— se lamentó el tercero.

    —Ah, sobre eso... Él no es nadie, merece ser castigado, pero no saber quién fue, es o será. Lo recuerdan, él lo recuerda. Y sin embargo nunca podrá ser lo que antes fue, ¿soy malvado, verdad?— habló el dueño del infierno.

    Las furias, los espíritus de la venganza, sonrieron divertidas. Lo que estaba por venir no era bueno.

    —¡Condenamos a Sveglia a la hoguera!— y toda la ciudad ardió en llamas mientras carcajadas llenaban y rompían el silencio que se formaba en el infierno, y en el cuerpo carente de convicción del juzgado.

    Tanta luz rodeó el ambiente que, pareció mentira que todo se volvió negro.

    Quinto círculo: quinto escalón[]

    Cuando se despertó, el fuego se había apagado. Las cenizas rodeaban a su alrededor, mientras estaba encima de un barco. Algo diferente. Un barquero, sin cabeza, solo como un encapuchado, le cedió una nota. Que no tardó en abrir.

    "Ya vas por la mitad, ¿no estás feliz? Estas por ver la ira y la pereza. Cuántos habrán pagado por rabia contenida y cuántos otros más por mera vagancia.

    A veces es triste ver cómo todo se desmorona a tu alrededor y eliges las dos peores opciones que puedes tomar; mira, hay nueve círculos y al menos 27 opciones te llevan a uno diferente. ¿No hacer nada? Vaya, conformista, o quizás carente de convicción, de ganas, de motivos.

    Es algo bastante fuerte. ¿Realmente la pereza debe ser castigada? Sí, debe ser castigada. Porque no actuar te hace cómplice, ¿y qué es peor que ser cómplice? Ser el artífice; mitos populares, las decisiones que tomas con enojo te llevan a la perdición, o en este caso...

    Al quinto círculo"

    Terminó de leer, y fue arrojado hacia lo más profundo del río Estigia, donde miles de cadáveres, o seres que habían abandonado su vida mejor dicho, se sumergían. Lo miraban, algunos dispuestos a atacarle, se movían a toda velocidad. Otros solo lo miraban, con indiferencia. Mientras él se arrastraba por las fangosas aguas de la acuífera prisión donde estaba atrapado ahora mismo.

    Una mano lo tomó por los tobillos, el intentó estirar su brazo, en un intento de ayuda desesperada. Un cadáver sumergido lo vio, lo miró a los ojos. Que estaban llenos de miedo, donde podía reflejar sus más grandes temores, y sin embargo, jamás le cedió la mano para ayudarlo. Dejándolo caer en las profundidades de un río, donde los iracundos eran tiburones. Y los perezosos solo se dejaban comer.

    Cuarto círculo: sexto escalón[]

    Mientras más se sumergía en lo profundo, dejaba de sentir el fango o los brazos de las almas en pena que lo arrastraban. Cuando abandonó el lago, casi llegando a la profundidad del mismo, cayó en monedas de oro, joyas, diferentes accesorios brillantes, que valían sin duda una fortuna. Mientras que una hoja, con algún que otro diamante incrustado, se alzaba en un pequeño librero de plata que estaba al lado de... una silla de oro.

    "Ah, la avaricia. Fiel a la raíz humana.

    La gente insaciable, la gente avara. El afán del progreso es tan costoso, que nadie queda impune. ¿Gastar dinero y no hacer la vista gorda cuando recibo de más? Creo que ninguna persona viva, o muerta, lo ha hecho. Y no es que solamente hable de dinero, bienes o puras cosas materiales.

    ¿Sabes cuánto cuesta despegarse de lo material? Pues, toda una vida. Pero a los que estarás por ver, un poco más.

    Ahora, a lo que me refería con no solo dinero o bienes materiales. Tú no querías dinero en sí, querías fama, que gritaran tu nombre, querías ser más de lo que eras. Tener más de lo que podías recibir. Dicho popular, la avaricia rompe el saco. ¿Acertado?

    Pues, la verdad es que sí. Solamente que en lugar de romper solo el saco... A ti te rompió varias costillas.

    Siendo aplastado por toneladas de montañas de oro, diferentes avariciosos terminaron por lanzarse encima de él. Al agarrar con tanta fuerza las monedas, con sus afiladas uñas rayaban la ya castigada piel de Sveglia, que no tardó en ocultarse entre más y más oro. Pero para todos los pecadores de ese círculo, él era un ladrón; y no estaban con ganas de compartir sus riquezas. Intentó subir una escalera platinada que llevaba a un palacio, pero la misma se quebró, dejándolo caer al abismo.

    Tercer círculo: séptimo escalón[]

    Sveglia se hallaba en un terreno fangoso. Como si lo arrastraran hacia abajo cada vez que avanzaba. Además había una gran tormenta de granizo y nieve.

    El temor se respiraba en el ambiente. El ex-general chocó contra una gran criatura que no había logrado definir. Hasta que se giró, notó un perro de tres cabezas que le rugió en la cara, la cual se manchó con mucha saliva y sangre de... bueh, era mejor no saber.

    "Espero que te guste la cálida bienvenida. Este es Cérbero, ya sabes, el guardián del infierno, bla, bla bla, historia que no es importante ahora. Aquí es donde van los... golosos, ¿sabes? La gente insaciable, malagradecida con algo tan importante para que mantengan su vida, casi como si estuvieran insultando a todo. Tú fuiste un malagradecido, ¿saqueando cultivos para quedártelos? ¿Dejando pequeños pueblos en la hambruna? Mientras tú y tu gente se llenaba de gozo."

    Sveglia empezó a correr, el barro le llevaba hacia abajo, sin embargo hacía todo su esfuerzo. El Cérbero empezó a correr detrás de él, estaba cada vez más cerca. Una puerta se abrió adelante, una luz blanca. Intentó llegar hasta ahí, pero Sveglia se terminó por hundir completamente en el fango para caer al último de los abismos.

    Segundo círculo: octavo escalón[]

    "¡Has llegado al verdadero infierno! Aquí es donde la gente abandona toda esperanza. Empieza la humilde morada de los... lujuriosos. El pecado más antiguo, el que es capaz de cometer el menos... humano de los humanos. En verdad ustedes son una vergüenza. Hay que dejarse arrastrar por algo tan banal como la lujuria... En fin. ¿Oyes ese viento soplar? Es algo que en verdad te va a arrastrar por lo que queda del infierno".

    Como si fuera un tornado, todo volaba en esa habitación. Almas que se encontraban vacías o consumidas por sus deseos más oscuros.

    "Y sí, tú te dejaste llevar por cosas como estas. ¡Todos quieren llevarse el premio mayor cuando atacan! Esperable de gente así".

    Un tridente apareció flotando entre tantas corrientes de aire. La misma que empezó a levantar al cuerpo agotado de Sveglia. A tal punto de que chocó con las paredes, su espalda se empezó a romper. El tridente se estampó a su lado, al alcance de la mano del caído. El cual no dudó en tomarlo.

    Una vez hecho esto, el viento volvió a soplar. Sin embargo, con el tridente en mano el viento no lo movía. Como si fuera un escudo.

    Toda la habitación quedó en un profundo silecio. Solo una puerta se abrió, en la que solo podía verse oscuridad. Sveglia supo que por esa puerta podría pasar, y era la única que se abiría para él. Por eso mismo no dudó en entrar.

    Primer círculo: último escalón[]

    "Increíble, has llegado por fin a lo que tanto ansiaba.

    Advertencias te fueron dadas, has cruzado todo el infierno, con un poco de ayuda quizás. Pero eso no resta mérito. Tu último encargo, aquello que tanto ansiabas.

    ¿Sabes lo que es el limbo? El casi, pero no.

    No es el paraíso, no es el infierno. Literalmente, no es nada. Aquellos encerrados aquí tienen suerte, o desgracia. ¿Sabes qué es curioso de este círculo? Que puedes entrar, sin formar parte de él.

    Una persona, hace no mucho tiempo, fue capaz de conseguir algo ansiado por miles y miles de personas; la inmortalidad. Esto no solo arremete fuertemente contra todo el infierno, contra toda la vida en sí. La existencia de este ser, solamente por seguir vivo cuando realmente no debería, poco a poco extinguirán el equilibrio de la vida en tu mundo, en el infierno, y en el paraíso. Porque cuando el infierno se llene, los muertos no caminarán sobre la tierra. No hace falta que pase eso, no es necesario que lo exploten. No, mi amigo.

    La inmortalidad, es realmente el mayor pecado. Por eso te propongo una cosa, algo diferente.

    Asesinar al inmortal, asesinar a Fern du Moshui."

    Relaciones[]

    La voz en su cabeza que suena en el infierno[]

    Se ha nombrado varias veces pero Sveglia ignora esto. Más allá de verlo como un "jefe", él lo ve como un mentor. Aquella voz guía que la "atormentó" durate su viaje en el infierno para convertirlo en el ser tan poderoso que es ahora.

    Su familia[]

    Solamente tiene recuerdos borrosos. Ya no se guardan en su memoria ni sus caras, ni sus nombres, ni sus voces. Lo único que queda en su mente es que aluna vez existió y que hubiera hecho cualquier cosa por regresar. Es de las pocas cosas "humanas" que le quedaron a Sveglia después de todo el periplo infernal.

    Fern du Moshui[]

    Nunca se tomó la molestia de conocerlo. Las voces que le han informado acerca de él dicen que es un patán y una persona confiada por su inmortalidad. Esto irrita bastante a Sveglia, teniendo en cuenta que encima está destinado a matarlo. Lo ve como un objetivo, tan solo una diana en la que debe apuntar bien el tiro.

    Se han encontrado varias veces, pero siempre Fern termina salvándose por artimañas o técnicas gracias al libro mágico.

    Notó que es muy hablador, pero siempre ignora cada palabra que sasle de su boca porque cree que es pura hipocresía.

    Técnicas y habilidades[]

    Técnica Descripción
    Heraldo del infierno Más que una habilidad, es un título. Sveglia es capaz de invocar el poder de cada uno de los círculos del infierno y manifestarlo en su enemigo.
    Sentencia Puede leer el alma de las personas, y saber en qué parte del infierno estarían. Al poder invocar los nueve círculos, su efectividad será mayor si es el que le corresponde a su enemigo.
    Primer círculo Invoca un portal hacia el primer círculo del infierno, al limbo. Puede entrar y salir a voluntad propia.
    Segundo círculo Con el poder del círculo donde están encerrados los lujuriosos, llama al mismo vendaval que los asola en el infierno. Golpeando con fuerza a sus enemigos.
    Tercer círculo Invoca a Cérbero, el guardián del tercer círculo para que luche en la batalla.
    Cuarto círculo Con los bienes materiales usados para castigar a los avariciosos y pródigos, aplasta a sus enemigos. Se forman grandes pilas de oro fundido, que se moldea a lo que sea que Sveglia necesite. Una nueva arma, un muro, un escudo, etc.
    Quinto círculo Con el poder de las aguas del río Estigia, materializa los diferentes seres malévolos que merodean las profundidades. Cadáveres de ahogados, como cascarones vacíos, luchan como un ejército.
    Sexto círculo Las llamas que consumen a los herejes fluyen por el cuerpo de Sveglia, dándole la habilidad de escupir fuego como si se tratase de un dragón. Durante ese momento, el cuerpo de Sveglia desprende mucha temperatura, tocarlo en ese estado causaría quemaduras de muchísima gravedad.
    Séptimo círculo Diferentes harpías sobrevuelan el campo de batalla para atacar fervientemente. Estas criaturas acatarán las órdenes de Sveglia como si fueran aves de cacería.
    Octavo círculo Invoca el poder de Gerión, en su cuerpo se hospeda el alma de este demonio dándole la fuerza sobrehumana del demonio que casi venció a Heracles.
    Noveno círculo Invoca las ventiscas del último círculo y congela a sus enemigos. Este hielo es demasiado fuerte y rígido. Por mucho fuego que intente usarse, derretirlo es de las cosas más difíciles de lograr.

    Objetos[]

    Objetos Descripción
    Tridente Es el arma otorgada por el mismo rey del infierno. Él como su caballero más fuerte y líder de su ejército, este tridente le da el derecho a mandar. Como si fuera una corona. Solamente lo pone por debajo de una persona; el rey. Mientras lo porte, dominará a casi todo el infierno.
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